Parte / 13

102 19 41
                                    


Cuando terminó doña Beatriz de probarme el vestido le pedí autorización para saludar a mis amigas del taller. 

—Señora, ¿podría pasar al taller, me gustaría saludar a las muchachas?

—Sera mejor que no—.  Me contestó la señora muy sería, yo le repliqué obviamente.

—¿Pero por qué no?  solo las quiero saludar, le prometo que no las voy a distraer de su trabajo.

—Por favor Baudelia no insistas, comprende que tú ya no perteneces al mismo nivel que ellas, y no es muy bien visto que sigas alternando con ellas.

—Pero es que...

—No insistas, no me causes un problema con el señor Juan Manuel—al oír eso me enfurecí. 

—¿Él le pidió que me  prohibiera pasar a saludar a mis amigas?

—¡No, no de ninguna manera el sería incapaz de pedirme eso, toma estás palabras como un consejo de parte mía, te lo aseguro es por tu bien!

—Gracias señora Beatriz.

—Ve con Dios hija, mañana recibirás tu vestido y los accesorios.

A estas alturas ya empezaba a conocer a Juan Manuel, y estaba segura que él había tenido que ver con esta prohibición, pero él no me iba a impedir que yo siguiera con la amistad de mis compañeras de trabajo, por lo tanto, fui hacia la parte trasera de la construcción allí se encontraba la puerta de entrada de los empleados, ya iba ser la hora de salida para la comida, espere pacientemente a que salieran. Por fin empezaron a salir cuando me vieron la felicidad las embargo igual que a mí, nos abrazamos, me llovieron las preguntas.

—¡¡Pero mírate nada más, ya pareces una de las clientas encopetadas de la tienda, antes hablas!!

—Cómo creen que no les voy a hablar, si ustedes son cómo parte de mi familia.

Charlamos un poco, y me despedí, tenía que estar a tiempo en mi casa para recibir a Juan Manuel a la hora de la comida. Comimos tranquilamente, al final de la comida me pregunto.

—¿Todo bien con la señora Beatriz?

—Si mañana me van a traer todo—Quizá el esperaba que le reclamara su prohibición, ganas no me faltaban, pero tenía miedo a su reacción.

—A la fiesta de mañana van a asistir personas muy importantes, por favor, estudia tu manual, no quiero que me vayas a dejar en ridículo y mucho cuidado con abusar de los cosméticos, no quiero que te disfraces de payaso; me voy al despacho de contadores, no sé a qué hora regrese.

Puse el codo en la mesa y recargue mi mejilla en la mano doblada, unas lágrimas surcaban mi cara recordando la primera noche de mi luna de miel, cuando fuera de sí, Juan Manuel me abofeteo, por ir pintada cómo payaso como él dijo, Raquel me dijo.

—No se preocupe señora, yo la puedo ayudar.

—¡Tu Raquel!  ¿Cómo?

—Mire, Señora, cuando estaba en la casa de los Romero Ramos, la asistente me enseñó a arreglar a la señora, para suplirla cuando ella no podía asistir a trabajar por una causa mayor.

—¿Y que le hacías?

—Le alistaba la tina de baño para que se bañara, escogía la ropa que iba a usar según la ocasión, la peinaba la maquillaba, y le arreglaba las uñas, por eso le digo que no se preocupe, yo la ayudo con eso, y va a ver que el señor va a quedar satisfecho, confié en mí.

—Gracias Raquel

—Entonces ya quite esa carita y si quiere en cuanto termine de arreglar la cocina le ayudo a repasar sus lecciones.

—Si, si quiero gracias nuevamente, déjame te ayudo para que termines más rápido.

—¡¡Claro que no señora, imagínese que fuera llegando el señor Juan Manuel, me anda costando el trabajo!!

—Cómo crees mujer, no es para tanto,

—¡Ay señora cómo se ve que usted no conoce a esa gente!

—Bueno, pues si no quieres mi ayuda, te dejo para no entretenerte

Cuando se desocupo, empezamos las lecciones, al parecer yo tenía todo controlado.

—¿De qué color es su vestido señora?

 —!Es rojo, mire es como este¡ 

—Esta muy bonito, se verá preciosa. 

—Me arreglo las uñas y me puso un esmalte, discreto

Ensayamos peinados hasta que quedamos satisfechas, me puse los zapatos nuevos para amoldarlos y practicar era un tacón más alto, ya estaba preparada para el día siguiente, la noche de mi debut en sociedad.

Esa noche, Juan Manuel llegó con un regalo, era un costoso perfume, yo quedé gratamente complacida y siempre me repetía, si me quiere, si me quiere, si me quiere, si no fuera así, para que preocuparse tanto por mí.

Nos acostamos y esa noche volvimos a tener intimidad, volví a sentir lo mismo que la última vez que estuvimos juntos, pero siempre me quedaba con las ganas de probar sus labios— ¡Oh Dios mío, cuanto lo quiero!

Esa noche soñé con José Juan, hacíamos el amor frenéticamente sin control alguno, nos besábamos, él me repetía una y otra vez.

—Te quiero mi prieta linda, te dije que ese viejo no te quiere.

—¿Por qué dices que no me quiere? no vez la casa en la que vivo, mira toda la ropa linda que tengo y...

—Ya no digas más, recuerda el dinero no lo es todo, el dinero ayuda, pero con amor se tolera todo lo malo, pero ven para acá mi prieta linda, te voy a comer a besos.

—Baudelia, Baudelia, Baudelia—Despierta, despierta.

—Oh, que pasa, 

—Es lo que quiero saber, te quejabas ¿ Te duele algo?

—No, no gracias por despertarme, estaba sufriendo una pesadilla, vamos a seguir durmiendo. 

Nunca me amaste #SGAWARDS2017#CAJAWards2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora