Sexo

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Han pasado ya algunas semanas desde que Spencer se fue, no es que lo extrañe, pero creo que necesito a alguien, y Ramona no es una opción. Hoy es uno de esos días que me da por estar cabizbaja pensando en el pasado, y, de hecho, tengo una corazonada: algo vendrá a hacer remolinos en mi vida.

–Nelly, ya no puedes seguir comportándote como un infante. Estudiar medicina es una carrera digna, deja de soñar con tus libritos estúpidos, imaginar no te sirve de nada. Y si no estás de acuerdo, ¡olvídate de pertenecer a esta familia! – papá con sus duras palabras me había orillado a tomar las peores decisiones, creyendo que hacia lo correcto.

Estaba cansada de tanta maldita crítica, sólo quería huir, huir a cualquier parte, quería dejar de ser yo, pero también deseaba mostrarme tal cual soy ante la sociedad. En mi cabeza todo marcaba un "avanza y retrocede", todo era contradicción. Así que había salido con mi patineta, y avancé hasta llegar a aquel solitario parque de Sheffield, el lugar en el que ahora vivía, mi casa quedaba a unos quince minutos de ahí. Hacía frío, los árboles se movían un poco y silbaban, mi cigarrillo se había terminado, pero las ganas de llorar y gritar seguían atrapadas a mí. Entonces... conocí a Alex.

Acostada en el lecho me pongo a pensar en el presente, intentando evitar el pasado.

Tenemos la cordial invitación a una de esas fiestas donde los grupos o solistas van, es más, yo creo que hasta Johnny Deep irá.

El glamour no es lo mío, pero supongo que esta noche debo verme bien si quiero que seamos un poco más conocidos, así que ayer fui a la estética a hacer algo que, ciertamente, nunca pensé en hacer: teñirme el cabello de rubio pálido.

Miro mi imagen frente al grande espejo que está en mi pieza, luzco tan distinta ahora. No sé si es la edad, no sé si son las ojeras, no sé si son las drogas o quizá los reencuentros, pero me veo cansada, afligida, sola, débil... [.]

–¿Qué me miras? – pregunté aquella sola tarde.

–Te veías muy triste hace un rato. Wow tu cabello es muy corto – reí divertida.

El chico que, obviamente, conocía por su fama, había resultado ser un poco idiota, pero también era sencillo y amigable. No era guapo, o al menos yo pensaba eso, pero no podía negar que tenía una extraña atracción por su manera de ser. Creí que sólo quería ligarme, como todos los hombres de esta loca tierra, que sólo buscan sexo, pero cuando él dijo "¿Cómo puedo interesarme en un chico?" supe que sería diferente, e hice una propuesta, quizá la peor de mi vida.

–Entonces... ¿amigos?

Suspiro e intento sonreír frente al espejo. Mi cuerpo está más delgado, y creo que en todos estos tres años solamente he crecido un centímetro más. Era, para mí, una lata besar a Alex, él era tan alto, y siempre debía estirarme un poco, si es que quería deleitarme con su sabroso sabor. No me considero bonita, aún recuerdo a Ester diciendo "¿Alguna vez te has visto en un espejo? Tienes pinta de una muerta de hambre. ¿Por lo menos piensas en bañarte? Porque tu facha es horrible." Siempre lo decía alzando el mentón, mirándome con superioridad, ella es una mujer bella y muy educada. ¿Cómo es posible que nunca me haya dado cuenta de que no pertenecía a la familia, si nuestros rasgos nunca fueron iguales?

Bajo la mirada, sin siquiera importarme de la circunstancia en la que me encuentro. Me coloco una playera guanga y sin mangas, después salgo al balcón de este pequeño edificio color blanco. El sol cubre la escandalosa ciudad, mis ojos intentan mirar más allá, pero no sirve de nada, porque seguiré estando aquí. Recojo mi largo cabello en un bulto, algunos mechones salen del "peinado". Enciendo un cigarro y contemplo la soledad que me rodea. ¿Es mi culpa ser así?

Alex TurnerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora