Capítulo 3.- Contigo.

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Sorprendido por una tormenta sin piedad se encontraba recargado en la puerta de quien se volvería su musa, apenas pasando diecisiete segundos desde que ella soltó las últimas palabras de lo que parecía haber sido un reclamo cargado de resentimiento. No le había provocado ningún tipo de coraje, más bien lo había dejado perdido en confusión y miedo, el tener que imaginarla con alguien más era demasiado, pero tener que imaginarla con Miles ya era una bofetada.

–¿Y...? – preguntó Miles detrás de él, cruzado de brazos, con una sonrisa traviesa, engañado de que ellos la habían pasado bien. Alex se giró para mirarlo, tragó hondo con tan sólo recordar las palabras de ella.

–Nada. Ella está... agotada, ya sabes... los vuelos.

Pasó a su lado para avanzar a la habitación donde estaba Taylor.

–Pero, ¿qué te dijo? – preguntó con inocencia su amigo.

–Nada, te he dicho que nada – contestó irritado –. Sólo está cansada.

–Interesante.

Alex guardo silencio, pensando qué debería decirle a su amigo, o más bien cómo debería advertirle que no quería verlo cerca de ella. El tiempo en el reloj avanzaba, se hacía más noche, pero aun así Miles no se fue, presentía que su amigo le confesaría algo, ese gesto y sus dientes mordiendo una de sus uñas lo indicaban.

–Miles, tú... – se acercó a él, preocupado – tú... ¿hace cuánto que no sientes cosas por Nelly?

–¿De qué hablas? – frunció su ceño.

–Yo sé que también te gustaba – dijo Alex –, en realidad gustó de todos. Incluso Nick, que nunca lo imaginé – tragó su coraje, aún recordaba el día en que Nick se lo había dicho, en una de esas fiestas de alcohol, cuando recién la habían conocido.

–Sí, pero tú ganaste – acertó Miles.

–Pero ha dejado de gustarte, ¿verdad? – lo miró preocupado, tratando de disimular, pero esa mirada lo delataba demasiado.

–No sé, yo... – Miles se frotó el cabello, incómodo con la pregunta, pero más por la respuesta – no sé, quizá sí, digo, se veía hermosa hoy – balbuceó muy, pero muy bajo. Alex hizo un esfuerzo por entender, y funcionó, ya que interpretó cada una de las palabras de su amigo, ella aún estaba en su corazón como en el de él.

–¡Miles! – se tapó la cara con sus palmas, no podía creerlo.

–Pero ella te pertenece, ya no somos adolescentes, y ni siquiera hay oportunidad, Alex – se apresuró a decir.

–¡Miles! ¡Por dios! ¡Por dios, no! – Alex se lamentaba.

–¿Y a ti qué más te da? Después de todo la perdiste – se atrevió a decir. Tenía razón, su amigo sí que tenía razón, y él lo sabía, pero la idea de verla con otro era insoportable.

–Es que yo...

–Me molesta que desconfíes de mí y de ella, Alex – Miles se dio la vuelta y se retiró a su pieza, negando con la cabeza.

¡Genial! Ahora lo había arruinado también con Miles, ¿qué hacer entonces? Parecía que Nelly le estaba avisando algo acerca de un romance con su mejor amigo, pero no quería creerlo, sería demasiado cruel hacerlo. Miles estaba enfadado, ¿cómo Alex podría reclamarle de que ella le gustara? Después de todo él la tuvo, que no supo aprovecharla fue otra cosa, porque bien podía haberla enamorado, pero no se le hacía justo hacerle eso a su mejor amigo, y ahora, encima él le reclamaba, como si fuese culpa suya los desaires de Nelly. Pero como Miles solía ser más calmado que su propio amigo, respiró profundo y razonó en tres segundos: como él lo dijo, ya no eran adolescentes, y sabía bien que Nelly ya tenía su elección, además de que Miles sentía atracción física, y claramente su amigo moría por su corazón, entonces no había necesidad de interponerse y armar una guerra; pero Alex no se salvaría de una larga charla, era cierto que Miles quería a Nelly, porque ella era especial y la necedad de protegerla jamás se iría, así creciera mucho, ella para él seguiría siendo una pequeña indefensa, así que no quería que Alex jugara más con dolido corazón, no le incumbía en cierto modo, pero no quería ver a Nelly otra vez destrozada, Turner tendría qué elegir, y esta vez sería enserio y definitivo.

Alex TurnerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora