Alexa

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Las palabras se esfumaron, y lo único que sentía en ese momento, era el frío de aire, corriendo de derecha a izquierda. Me quede parada, casi sin parpadear, como si estuviera frente a una fotografía maldita, pero esto era aún peor: Alexa Chung.

–¿Qué... qué haces aquí, Alexa? – Alex fue el primero en hablar.

Yo me limité a bajar la mirada, de nuevo, como en Sheffield; y es que toda mi vida gira alrededor de ese lugar y sus magnantes recuerdos, que te atrapan y te envuelve hasta asfixiarte.

–Es mejor que me valla... – le susurro a Alex por lo bajo.

–No, tú vienes conmigo – me toma de la mano y la aprieta fuertemente.

Lo miro enseguida, necesito saber si esto es un sueño.

–¿Así que finalmente estás con ella? – habla por fin la señorita Chung, mientras se cruza de brazos.

–No tengo por qué darte explicaciones – responde Alex, frunciendo el ceño, pero con el tono de voz calmado.

–Pensé que nuestro amor era para siempre, o, al menos, eso fue lo que me juraste.

–Pensé que no era mi amor lo que necesitabas – responde él con superioridad – ¿A qué has venido?

–A sacarte de la cabeza esta niñata – se refiere a mí – y a hacer que vuelvas a ser un hombre, vengo por ti.

–¡Vete!

–Alex, te está lavando el cerebro – contesta ella – ¿Ya olvidaste a quién amabas en Sheffield?

–No, no lo he olvidado, ni lo haré. Pero se acabó, tú misma lo acabaste.

–No está del todo perdido...

–Alexa, basta...

–Te amo, aún.

–¿Tú crees que voy a volver a creerte?

–Deberías, aún me amas.

–¿Amarte? ¡No me hagas rabiar, Alexa! ¡Bien sabemos que lo nuestro caducó desde hace años, no vengas a joderme con esa mierda!

Incómoda con la situación zafo mi mano de la de Alex, y espero paciente por un vehículo que esté en posición de llevarme a casa.

–¡No se te olvide que me juraste amor! – responde ella.

–¡No se te olvide que me juraste fidelidad!

–¡Éramos tan jóvenes! – se defiende ella.

–¡No hay excusa para lo que hiciste!

–¡Así debía ser en ese entonces!

–Yo te entregué mi corazón, te amé más que nadie, pensé en ti día y noche – enseguida volteo a verlo.

Mi corazón truena cual plato de porcelana impactándose en el suelo.

Y yo que creía que era a mí a quien había amado, y que pensaba en mí día y noche..., pero no, siempre equivocada, ese es mi destino.

–Eras la chica de mi vida. Te juré, y te repetí mil veces cuanto te amaba, pero no lo tomaste en cuenta... – sigue y sigue hablando.

Alexa me echa una mirada y sonríe. Entonces me doy cuenta que ella ha ganado.

–Alex, podemos estar juntos aún – ella se acerca a él.

Alex calla, sorprendido. Ella lo rodea con los brazos y ladea la cabeza, fingiendo ternura.

Alex TurnerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora