Alex Turner

Escape

Sí, aún recuerdo todo lo que pasó aquel día. Me sigo preguntando por qué mierda fui a su maldita casa, y por qué decidí salirme de mi objetivo; quizá fue porque todo sonaba muy convincente, quizá fue porque me volví débil de nuevo. Definitivamente cedí, pero no más, que esto sirva de algo.

Todo fue por esa maldita salida al cine, estábamos sentados en la sala, con un gran bote de palomitas y unos vasos de pepsi cada quién. Hablábamos en lo que los cortes pasaban, pero algo arruinó todo el asunto romántico: un maldito cortometraje de Alexa Chung. Alex miró la escena, ella cantaba y mostraba su hermosa sonrisa, de vez en cuando bailaba, se veía muy bien. Intenté seguir con la charla, pero parecía no importarle, sólo la miraba, con la boca abierta. Decidí guardar silencio, obvio estaba molesta con su reacción.

Después de eso intenté animarme, pero no pude más, ¿por qué? Porque él dijo su nombre, en vez de decir el mío, era el colmo. De ahí se fueron desencadenando las discusiones, hasta llegar de nuevo al punto de las cosas que ocurrieron en Sheffield. Entonces salió enfadado y no volví a verlo en tres semanas. Mis cosas, bueno, gran parte de ellas, se habían quedado en su casa, y tenía que ir por ellas, pero más que eso, quería verlo, verlo para poder descifrar si de verdad debía olvidarme del pasado y sinceramente. Luego, esa charla en el taxi con el señor Jaime me convenció. Finalmente tomé una decisión y actué estúpidamente: compré sus galletas preferidas, un par de cafés, y abrí la puerta. Suspiré profundo y...

–¡Nelly! – pestañeo un par de veces, saliendo a mi realidad – ¡Te acabo de decir algo importante!

–Perdón, estaba distraída – tomo un sorbo de malteada desde mi popote.

–Que ahí está... – hice unos ojos de "obviedad" y un gesto para que disimulara y no volteara rápido.

Miro detrás de sus hombros...

¡Mierda!

–¿Cuánto tiempo llevan así? – pregunta tímida.

–Casi un mes – le doy un sorbo más a mi bebida – Pero me da igual, estoy bien.

–¿Enserio?

–Por supuesto.

–Sí, claro – muerde una rosquilla – Hoy tuve que meterte a la bañera para que reaccionaras, estabas fatal, Nelly, ¡Fatal! Llevas días sin salir de tu departamento, estás tan pálida como un muerto.

–Creo que exageras – contesto afligida, mirando la mesa.

–Sabes que no – intenta sonreír – Por qué no simplemente vuelven a hablarse, a él también se le ve fatal – comenta volteando hacia donde él está.

–No me importa, Ram.

–Si no te importa, ¿por qué te niegas a salir?

–Sólo no tenía ánimos de salir, Ram – me encojo de hombros.

Permanezco en total silencio, realmente incómoda con la plática. ¿Es mucho pedir que Ram sea menos indiscreta y aprenda a hablar de esto en otra parte menos pública? Creo que sí, porque así es ella y sé que jamás cambiará.

–Y no viene solo, viene con los demás.

–Qué bien.

–¿Crees que nos hayan visto?

–Lo dudo. Ram, lo mejor que puedes hacer en este momento es evitar el tema, es jodidamente incómodo.

–Perdón, sólo quería informarte.

–No ayuda en nada.

–¿Quieres que nos vayamos mejor? – apunta con su pulgar la puerta.

–¿Y lucir como una cobarde? No, gracias – río.