I wanna be yours (parte 1)

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Capítulo 19 Feliz

Despierto a las 9:00 am. ¿Qué fue aquel berrinche de ayer?

Enseguida unos horribles cólicos me dan la respuesta.

–¡NOOOO! – grito aterrada por esta grave tragedia.

Me levanto corriendo y voy al sanitario, y justo ahí compruebo mi teoría.

–¡NOOOOOO! ¡NOOOO! ¡AY! ¿POR QUÉ? ¡MALDICIÓN! ¿POR QUÉ? ¡QUIERO SER UN MALDITO HOMBRE! – me pongo a llorar sin excusa.

Me doy una ducha y salgo secando mi cabello con una toalla.

–¡Y encima Alex no está aquí! – vuelvo a llorar.

Regreso a mi habitación y me dejo caer en la cama.

Maldita menstruación, te odio, ojalá un día te mueras. Yo quería ser hombre. ¿Por qué los hombres no sufren? En cambio, las mujeres siempre tenemos que pasar por todo lo doloroso, y no es que seamos débiles, pero esto es imperdonable. Cómo quisiera un abrazo, o un tesito... [.]

–Buenos días, nena.

¿QUÉ?

Levanto la cabeza y me encuentro con un hombre escultural. Mi chico. Sonrío feliz y estiro mis brazos.

–Te traje el desayuno – entra con una charola blanca, en ella hay un jugo de zanahoria, huevo revuelto, pan y una pastilla azul – Ah, y una pastilla, para que te sientas mejor.

–Alex... – se sienta a mi lado – Te extrañé toda la noche – lo abrazo con fuerza.

–Yo también – dice y besa mi frente.

–¿Cómo entraste? – le digo al meter la pastilla en la boca, luego le doy un sorbo al té para tragarla.

–Tengo contactos.

–No me jodas con eso, sé que es mentira – lo miro sonriendo – dime ya.

–Ayer tomé tus llaves mientras hacías tu berrinche y chillabas... Ah, y decías que me odiabas, es más, ni debería estar aquí... – se levanta y camina hacia la puerta.

Yo me me quedo mirándolo, sin decir nada, porque bien sé que no se irá. Sólo estoy esperando el momento en el que decida reír y volver a la cama. Él me echa una mirada justo cuando mueve la perilla, yo le doy otro sorbo al té, niega con la cabeza y se va. Segundos después escucho el azotón de la puerta principal, me quedo congelada al instante.

¿Se habrá ido? No, no lo creo. Él no sería capaz, ¿o ?

–¿Alex? – llamó su nombre en voz alta, para saber si aún sigue ahí.

No hay respuesta de su parte.

–¡Alex! ¡Sé que estás ahí! – vuelvo a decir, temiendo por el silencio.

Nuevamente no hay respuesta.

–¡Alex! – entro en pánico.

Me levanto al segundo siguiente y salgo de mi habitación, volteo hacia la cocina, pero no está ahí, luego voy a la pequeña sala, tampoco esta...

¡Dios! ¿Qué hice? ¡Ya lo arruiné!

Recargo mi cabeza en la puerta, el dolor en el vientre regresa, y también mis lágrimas comienzan a caer. Estos estados sentimentales que cambian repentinamente por las hormonas me están matando, ya no quiero estar así: me enojo, lloro, estoy feliz, vuelvo a llorar. Ojalá un día vaya caminando y de repente se me caiga la vagina, ¡por favor!

Alex TurnerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora