Toqué la puerta antes de abrirla sin su consentimiento, sólo para avisar que iba a hacerlo. Su ventana estaba abierta y ella estaba en el suelo, sentada junto al barandal negro, el humo salía de sus labios, y el cigarrillo estaba entre sus dedos blancos. Miraba hacia lo lejos, se veía tan... ajena a mí.
Carraspeé un poco. Ella me miró enseguida. Se levantó como si nada. No estuvo llorando, sus ojos estaban bien, su mirada era firme como de costumbre. Odiaba tener que disculparme, pero me moría de celos sólo de verla con cualquier otro hombre. Aunque bien ganado lo tenía, Taylor se había salido con la suya.
—¿Se te ofrece algo? — preguntó dejando su cigarro en el cenicero que estaba sobre el escritorio, junto a la ventana.
—Sí, yo... — bajé la mirada avergonzado — [.] Sólo quería decirte que mañana tenemos que ir juntos a la oficina de James, después asistiremos a otras citas de negocios, quiero terminar con los contratos lo más pronto posible.
—Claro, no hay problema.
—Bueno, entonces... Te veo mañana temprano. Necesitamos partir a las 6:00 AM.
—¿Tan temprano? — abrió los ojos con sorpresa.
—Sí, es mejor empezar desde temprano. ¿Tienes un cigarrillo?
—Claro, sí, tienes razón — murmuró buscando en un cajón la cajetilla, extendió la mano dándome la caja, yo la tomé completa y saqué solamente un tabaco.
Encendí un cigarrillo, le di unas tres caladas, y después de exhalarlo le dije:
—Ahora sí. ¿Podemos hablar?
Ella me miraba sin expresiones, estaba seria, tenía los brazos cruzados. Había mucho qué decir, quería explicarle tantas cosas, y quería que ella me explicara también muchas más.
—¿Sobre qué? — preguntó altanera.
Caminé hasta el balcón, la noche era muy oscura, y sólo algunos faros por parte de la casa alumbraban apenas un poco. El pasto verde se veía húmedo, los árboles goteaban un poco. Hacía demasiado frío, pero ella no llevaba ningún abrigo puesto, sus hombros seguramente estaban congelados, al igual que mis mejillas. Me recargué en el barandal, al segundo ella imitó mi acto. No me miró, pero se dispuso a escucharme.
—Lamento mucho lo que hoy sucedió. Hablo sobre... cómo te traté, en general, desde la mañana, hasta este momento. Es sólo que me haces las cosas difíciles, Nelly. Sé que probablemente en esta situación tú no tienes la culpa. Pero muchos de los problemas que hemos tenido, esas constantes peleas... — tomé con frustración mi cabeza — creo que ninguno de los dos es inocente, ¿no crees?
—No me digas nada... — rio quedo — después de todo... tú y yo no somos nada.
—Esto es más de lo que parece.
—Déjame ir.
Me estaba implorando. Su voz era muy gentil, se estaba tragando sus lágrimas, era una súplica, como si yo no tuviera piedad sobre ella.
—No puedo — excusé —. Rep me matará si se entera que te dejé ir, en la condición en la que estás. Los resultados van de mal en peor y no quiero ser yo el motivo de que algo malo te pase sólo por cumplirte un capricho.
—Vamos, Alex. No me quieres aquí, no me necesitas.
—Tú no sabes nada. Y en todo caso el de las órdenes soy yo. Así no te necesite y no te quiera aquí, vas a quedarte.
No dijo nada, de nuevo era el pequeño cordero indefenso frente a mí. Sonreí de medio lado cuando al fin se rindió, pensé en que sería divertido ver qué tan lejos podíamos llegar estando solos en casa, sólo ella y yo en la vida, sin nadie alrededor que llenara mi escenario con comentarios de antaño.
Nelly era mucho más que eso, era un personaje que parecía ser tan importante como mi propio nombre en todos los acontecimientos de mi vida, porque cada vez que estaba cerca de ella, sentía que solamente había nacido para encontrarme con ella, de otro modo no entendería el éxito de mis letras, ni sabría el motivo del por qué la vida me hizo caer en esta habitación perturbadora.
Las luces eran tan sombras, sólo podía ver mi sombra hacerse grande y pequeña mientras caminaba de un lado al otro en el despacho, el whisky quemaba mi garganta lo suficiente para satisfacerme, era una lucha entre la diversión de haberme salido con la mía y al mismo sentirme miserable por restarle los puntos que había ganado hace horas atrás.
Me senté en un sofá de piel café oscuro, aún más que sus ojos.
¿Qué hacer? Podría parecer una situación tan fácil de manejar, pero... ya no soy un niño, ya basta de ser siempre el culpable, porque, claro, ella ha contribuido a hacerme mil pedazos.
¿Y si no la amo? Podría seguir mi camino e incluso empezar desde cero, podría dejar todo atrás, podría a conocer a quién sea honesta, a quien disfrute hacer lo que disfruto. Pero es que Nelly nunca fue como yo, no entiendo por qué nos hemos aferrado a un amor tan imposible, aunque bien pudo ser realizado por el camino de la austeridad, nosotros mismos nos pusimos esas trampas para no volver a amarnos nunca más. A ella le gusta jugar con fuego, y la vida sin eso sería de lo más aburrida. Ella me ha metido en este laberinto y cuando yo camino a la derecha, ella se marcha a la izquierda, poniendo baches en el camino para hacerme tropezar, y luego desapareciendo cuando se hace de noche, dejándome solo en la oscuridad. Leí un libro; dijo que esto es el amor.
¿Y si mi amor es tan fuerte que incluso eso hace que me ciegue? Las caminatas nocturnas no van a funcionar esta vez.
Cerré los ojos, echando la cabeza hacia atrás, recargada en el respaldo.
Ese vestido, ese maldito vestido y su asquerosa sonrisa... podría probarla ahora mientras duerme en la alcoba de arriba.
La lámpara alumbraba la puerta y por un momento la vi entrando por ahí, una tela negra y transparente intentaba cubrir su cuerpo desnudo, y yo ni siquiera me inmuté para apreciarlo, lo conocía mejor que mi mismo cuerpo... pero no había nadie más en la habitación, sólo yo.
No me sorprendí de encontrarme una vez más fantaseando con ella.
Era un maldito peligro que estuviera aquí, pero no conmigo, de nada servían las miradas furtivas a escondidas, los versos escritos sobre una servilleta, los acordes a las dos de la mañana, los viajes, los obsequios, los rencores, o incluso las peleas, no importaba nada de que lo ambos hiciéramos porque aun así no acabaríamos juntos. Y si no importaba nada, ¿por qué me rehusaba a dejarla ir?
Me levanté de aquel diván y salí de ahí, subí los peldaños, quedando tras su puerta, con la ardiente tentación de abrir. Estuve tan cerca de hacerlo, que mi mano transpiraba y temblaba al mismo instante mientras tocaba la perilla.
—Es una estupidez — recurrí a mi alcoba, y bajo las sábanas blancas, no podía pegar el ojo mientras fuera consiente que a cinco pasos a la derecha ella podría estar como yo: contemplando su anatomía sola, pensando que sería mejor si la compartiera conmigo.
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Alex Turner
FanfictionAlex Turner, vocalista de los Arctic Monkeys, entabla amistad con una chica cualquiera; creyendo que será solo una amiga más, quizá la mejor. Hay personas errores que queriendo y no los cometemos, y Alex fue uno de ellos. Nelly E. Neir. Aquel nombr...