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La vida en México sí que es distinta: me siento más libre, me siento independiente, es como si todo tuviera un aire más tranquilo, más lento, más fresco. Aquí tengo un tío, él es amigable, vive con su esposa, Abigail, y su hija pequeña, Abigail segunda, a la cual le llaman Abby, para no confundirse.

Mi tía entra en la mañana, y deja un vaso de jugo de naranja junto con una pastilla para la gripe junto con mi bebida. Después del día en la feria enfermé horrible; Alex se había esforzado por cuidarme, bueno... o fingía hacerlo, aun no sé qué pensar con todo esto. Aquella pastilla que él me dio era la cosa más asquerosa que había probado en mi vida, su color era rosa, pero su sabor no era nada parecido a lo que daba impresión de ser; además el clima estaba... frío: un martes con lluvia, no hay mucho qué decir. Ahora entiendo muchas cosas; su teléfono había estado sonando repetidas veces, y no supongo, estoy segura de que fue Arielle. En fin, a la fecha sigo enferma, es menos severo, pero a veces toso o me sube la temperatura.

Mi tío, Jesús, quedó muy sorprendido al enterarse de que era "famosa", por así decir. Dijo que le sorprendía ciertamente, pero le alegraba, y que una parte de él lo sabía, dijo que siempre le pareció verme diferente a la familia, y es cierto, creo que de todos él fue el único que pudo notar la distinción enseguida, ¿y cómo no? Si él mismo es tan diferente, por eso decidió aislarse. Mi padre y él son muy distintos, mi padre prefiere un vino tinto, mi tío una grande cerveza. Quizá yo pueda ser su hija, eso es una estupidez, pero realmente me gustaría pertenecer a una familia.

Entonces, yo voy abriendo lentamente los ojos, el sol se filtra con claros matices de entre las persianas de color madera, y mi tía Abigail intenta acomodar un poco todo lo que está alrededor de mi cama, que por cierto tuvieron que acondicionar en la habitación de huéspedes; ciertamente me sorprendió que ellos me recibieran como si siempre lo hubieran estado esperando, así que... eso me hizo sentirme en casa, por fin.

–¿Cómo dormiste? ¿Mejor? Sí – se responde ella misma, yo sólo sonrío – ¿Tomaste tu pastilla? – yo niego y la tomo enseguida, dando más sorbos a mi jugo – ¿Pasaste frío? No – vuelve a contestar.

–Creo que me siento mejor que hace unos días – suspiro recordando a Alex.

–Me alegra – se gira para mirarme – A Jesús no le gusta no apoyar, por eso estás aquí, además dijo que eras especial.

–Se los agradezco mucho.

–Te diré algo: Al principio creía que no eras buena chica, te veías mimada, grosera y aburrida, pero debo admitir que no lo es, eres todo lo contrario, además de ser buena persona. ¿Qué haces aquí? – se sienta en el borde de la cama y me mira concentrada, yo dudo en expresarle mis penas.

–Necesitaba un descanso – me encojo de hombros.

–Es duro ser famoso, ¿cierto? – asiento lentamente – Y... el chico del que hablas dormida, ¿es guapo?

–¿Disculpa? – la miro sorprendida, incrédula y avergonzada.

–¿Cómo se llama? – hace un gesto intentando recordar – ¿Alexis? ¿Axel?... ¡Oh! ¡Alex! Se llama Alex, ¿verdad?

Siento cómo mi boca se seca en menos de un segundo y mi enojo vuelve repentinamente.

–No sé de qué me hablas – logro decir.

–No vas a negármelo, te escuché murmurar su nombre más de una vez. Dime, ¿son novios desde hace mucho? ¿pelearon y decidiste venir aquí por eso?

Eso me hace recordar aquella parte en la que Alex dijo: "Después de todo, no teníamos una relación oficial, ¿lo olvidaste?"

¡Maldición! Fue tan duro, tan cruel... ni siquiera lo creo, él no es así, nunca lo ha sido... [.] ¿Pero a quién intento engañar? ¿Dices que nunca ha sido así? ¿De verdad? ¿Y qué hay de ese día en Sheffield, ese que aún no puedes olvidar? ¿Qué hay de ese puto día? Alex siempre ha sido así, y así va a seguir, porque realmente no le importo, porque jamás sintió nada por mí, ¿Por qué sentiría algo por mí si nunca demostró desde antes que me quería? Quizá está vez sólo quiso vengarse porque, gracias a mí, Alexa decidió cortarlo y romper su frágil corazón, el cual sólo era así para ella, porque conmigo siempre fue duro, como ahora; quizá sólo quiso hacerme saber lo que sintió Alexa al darse cuenta que él estuvo conmigo...[.] ¡Mierda cómo lo extraño!

Alex TurnerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora