Cap 9.- La cena familiar (Part 1)

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La cena familiar.

Eran ya las 8:00 pm, las personas llegaban, todos con sus ropas formales, vestidos, zapatillas, trajes impecables, corbatas, labios bien maquillados, y sonrisas falsas. La familia principal no podía quedarse atrás, es por eso que todo había sido escogido con mero esmero. Alex portaba un traje negro, camisa blanca, corbata negra, y ese cabello levemente peinado y descuidado, largo y lacio, se miró al espejo una vez más antes de querer salir de ahí con la idea de esfumarse de Taylor y echarle (pillamente) un vistazo al atuendo de Nelly, sólo para comprobar, cual chiquillo, si sus prendas combinaban; pero, el reflejo frente a él reveló una cara adulta, ya no quedaba nada del niño que comenzaba a tocar con sus amigos en un garaje, había desaparecido el acné, había crecido un poco la barba, por lo cual siempre se demoraba en la ducha por afeitarse con sumo cuidado, su cuerpo estaba más musculoso, sus piernas estaban anchas y duras, sus brazos eran fuertes, su abdomen se marcaba, todo en perfectas condiciones, aunque... ¿y ese rostro? Se desconocía un poco, estaba cansado...

—¿Cansado de qué? — se decía a sí mismo — ¿cansado de no estar con ella? ¡Imposible! — se resistía sin mucha convicción.

Tenía ojeras, el sueño le faltaba, a veces se ausentaba, a veces sabía que lo único que deseaba era volver a dormir en sus brazos, dentro de su cabeza, era consiente que si eso pasaba al fin recuperaría todo el cansancio ganado, todas las horas perdidas, todo el deseo de vivir se haría presente de nuevo.

—¡Maldita mujer! — dijo mirando al espejo, imaginándose su sonrisa de dientes alineados en el vidrio frente a él.

Echó un vistazo al cuarto sin nadie, al notar que Taylor aún permanecía en la ducha se osó a buscar indecorosamente un libro, entre la página donde el poema más entregado que aquel cuadernillo podía tener se encontraba la fotografía de aquella chica rebelde, ella sonriendo sencilla mientras sostenía en sus manos un ejemplar de Chalers Dicknes el Almacén de antigüedades. Alex miraba con nostalgia y dolor esa cara feliz, pareciera como si fuese una mujer de otros tiempos, pareciera que ella quería asesinarlo con la mirada, o quizá ya lo estaba haciendo, y en su agonizante soledad interna del corazón la extrañaba aún más. Ella había sido todo para él, un sueño, un recuerdo, un deseo, lo prohibido, lo anhelado, un pasado, y un presente... lo más jodido que jamás imaginó tener en su vida, eso era ella, lo malo, lo bueno: todo. Suspiró sin querer, Nelly podría ser su amor prohibido, o el platónico, de lo que sí estaba seguro es que era el amor de su vida, y así llegase la misma Alexa... Nelly ya tenía asegurado su amor. Le dio un beso a la fotografía, cerró los ojos y con delicadeza guardó de nuevo aquel recuerdo, el libro prefirió dejarlo donde estaba hace algunos minutos, y con tristeza deseó ser él quién tomara la mano de Nelly ese día. Justo a unos segundos de salir para ir a espiar a la musa, una mujer delgada y alta, americana, y con el pelo dañado salió a su encuentro, sin ninguna prenda que le cubriese, y esa sonrisa retorcida. Alex la miró de arriba hacia abajo, violó su cuerpo y relamió sus labios, no era de cartón, sus hormonas de hombre se alborotaron, con pasos decididos se dirigía a cometer el deseo sexual de aquella señorita traviesa, estaban ya tan cerca, pero bastó el llamado a la puerta para que él parase y Taylor se escabullera en el cuarto de aseo personal.

—Adelante — volteó esperando ver el intruso que se osó a interrumpir tan ardiente momento.

—Lo siento, David, soy yo... am... tu madre quiere saber si ya... estás... listo — habló tartamuda ante el hombre que tenía frente, asomando sólo su cabeza.

Esos pequeños segundos mirándola (y no por completo), hicieron que se le secase la boca, estaba sorprendido, estaba anonado, la sonrisa delicada de ella, las mejillas coloradas, los ojos al natural, y esa voz angelical... ¡Todo el puto mundo se le borró de la mente, ahora sólo existía ella!

Alex TurnerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora