Prólogo

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Los rayos del sol entraban por la ventana de una gran habitación pintada de rosa. En el centro de la habitación, en una enorme cama dormía una joven de cabello rojo, una princesa: Bombón. La luz no le molestaba porque tenía la cabeza metida debajo de la almohada. Normalmente a esa hora, casi las diez de la mañana, ya estaba despierta, pero la noche anterior había asistido a una fiesta y estaba cansada.

La fiesta en cuestión había tenido dos partes; una buena y otra no tanto. Todo había ido bien hasta que el hermano menor de Bombón, el príncipe Blake, comenzó a hacer travesuras con sus amigos. Al principio no llamaron mucho la atención, todos dijeron que eran "cosas de niños" y los dejaron correr y jugar, hasta que un jarrón carísimo cayó al suelo rompiéndose al instante en mil pedazos. Desde ese momento y durante una semana, Blake iba a estar castigado.

Aprovechando el castigo de su hijo pequeño y que la hija mayor aún dormía, el rey y la reina se encerraron en un despacho en la torre más aislada del castillo. Tenían una conversación pendiente que era muy importante y no querían que nadie los escuchara hablar, pues el tema tenía que ver con otros reinos.

La noticia de que la princesa Princesa de Denixia y el príncipe Drake de Lirixia se iban a casar había llegado hacía ya una semana. Todo el mundo estaba invitado a la boda, que iba a celebrarse en unos meses. Princesa y Drake no estaban enamorados, es más, se detestaban y eso lo sabían todos. Una vez habían discutido tan fuerte y Princesa se había puesto tan furiosa que le había tirado una copa de vino a la cara, él no se quedó atrás y le dejó el vestido empapado de ponche. Había muchas versiones de lo que había ocurrido luego, pero la más famosa era que entre tres hombres tuvieron que sujetar a Princesa para que Drake no saliera herido de esa fiesta. Definitivamente no estaban enamorados, ni tenían que estarlo. El objetivo de su enlace no era otro más que sellar la paz entre sus reinos. Los reinos de Denixia y Lirixia tenían mala relación desde hacía siglos, pero desde hacía algún tiempo la situación se había puesto más tensa de lo habitual y amenazaba con estallar una nueva guerra entre ellos. Por ese motivo los reyes decidieron hacer algo al respecto y a los jóvenes no les quedó más remedio que aceptarlo.

Cuando la noticia llegó a Nordixia, los reyes Blaze y Brenda tuvieron una idea. Tras un par de días anunciaron que se iban de viaje. Estuvieron otros dos días fuera, y volvieron justo a tiempo para la fiesta en honor a los competidores que iban a representar el reino en los Campeonatos de Fuego en pocas semanas. Habían hecho lo que les pareció correcto, y ahora sólo quedaba decidir cómo y cuándo se lo dirían a su hija.

- Blaze, ella ya no es una niña, lo entenderá. - la reina acarició la mejilla de su marido.

- Estoy seguro de eso, pero quién sabe cómo reaccionará al principio. ¿Sabes qué? Ya que todavía no hay nada definitivo, propongo que esperemos a que él nos dé su respuesta, y entonces se lo diremos a ella.

- ¿Pero por qué esperar? Ella tiene derecho a saberlo, sea cual sea la decisión de ese hombre.

- No se conocen, ella podría asustarse ante la idea y además la duda no la dejaría tranquila. De todas formas nadie más está al tanto, si finalmente su respuesta es "no", ella no tiene por qué enterarse de nada de esto.

- Está bien, lo haremos a tu manera. Esperaremos. Sólo espero que no nos odie por esto, y que comprenda que lo hemos hecho por el bien de los dos reinos.

- Estoy seguro de que sí. Al menos lo hemos intentado.

Los colores del amor - (PPG y RRB).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora