Apenas había empezado la primavera, pero esa noche hacía un calor más bien típico de finales de verano. El rey de los piratas, a diferencia de otros días en que los obligaba a entrenar hasta la madrugada, había dado la tarde y la noche libre a los jóvenes que aspiraban a ser sus herederos. Pensaba que necesitarían ahorrar energías para los próximos días, pues serían los decisivos.
Valéri Malinski estaba cerca. "El Cardo" no podía saber con exactitud cuánto le faltaba para llegar a la costa o por qué punto cardinal aparecería (aunque sospechaba que del norte), pero podía sentir su presencia aproximándose y calculaba que lo vería esa misma noche, o como muy tarde al día siguiente.
El mago oscuro había aprendido muy bien cómo ocultarse y camuflar su magia, cosa que el pirata admiraba; él también sabía hacerlo, pero no era tan bueno en ello como su amigo. Por otra parte, pensándolo bien, tampoco se le daba tan mal si había logrado esconderse durante tanto tiempo cuando todos creían que había muerto en la Batalla de las espadas doradas.— ¿Otra jarra, jefe? — ofreció el tabernero, un tipo algo regordete con un pañuelo en la cabeza y un delantal desgastado, igual que sus botas.
— Que sean dos.
Un par de monedas de oro rodaron por la encimera de madera, sorprendiendo al Cardo, quien se giró hacia la voz conocida.
— ¡Pero qué diablos...! — el pirata soltó risa con su voz rasposa y tosió un poco al final. Malinski le dio un par de palmadas en la espalda a modo de abrazo. — ¿Cuándo has llegado?
— Justo ahora — respondió el mago oscuro mientras tomaba asiento en la barra al lado del Cardo. El tabernero se apresuró en servirles las bebidas, le daba un poco de miedo hacerles esperar. Parecían de buen humor, pero quién sabía si no se enfadarían en cualquier momento.
— Sabía que andabas por los alrededores de la isla, pero no tenía ni idea de que estuvieras tan cerca. Debes estar agotado.
— No es para tanto — respondió restándole importancia. — Solo necesito una pequeña siesta y estaré como nuevo.
— Cerca de aquí hay un pequeño poblado abandonado, pero las casas están en buenas condiciones. Puedes alojarte en una mientras estés aquí.
— No será necesario, puedo quedarme en el barco. Lo he visto cuando venía hacia aquí, es grande así que supongo que habrá algún camarote libre.
— ¡Eso por descontado! Pero pensé que estarías más cómodo en una choza.
— No he venido de vacaciones, amigo mío — le recordó Malinski poniéndose más serio. — Tenemos trabajo que hacer. ¿Cómo van esos aprendices tuyos?
El Cardo dio un par de tragos a la jarra de cerveza y se limpió la espuma de la barba con el dorso de la mano. Resopló y negó con la cabeza, visiblemente disgustado.
— Avanzan a pasos de hormiga — sentenció finalmente. — La mayoría apenas pueden manejar la poca magia que les he dado hasta ahora, no quiero ni pensar en cómo se las arreglarían con todo mi poder.
— No es fácil aprender a convivir con magia para aquellos que no han nacido con ella — convino Malinski. — ¿Qué hay de los tú consideras más aptos? Creo recordar que mencionaste a uno que tenía un poder poco común.
— Ese es Blaine. No lo mires durante mucho tiempo a los ojos porque se adueñará de tu mente.
— Interesante. Ese podría ser tu heredero; si es capaz de manejar ese poder, entonces tiene potencial para mucho más.
— Ese es el problema, que no es capaz de manejarlo. Lo intenta y va mejorando, el chico se esfuerza, pero está muy lejos de dominarlo por completo. Además, no tiene alma de líder en mi opinión, igual que la mayoría.
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Los colores del amor - (PPG y RRB).
FanfictionEn un mundo mágico dividido en ocho reinos... Bombón es una princesa que ha crecido con la idea de que algún día encontraría a su príncipe azul y se casaría con él, pero todo cambiará cuando descubra que tiene que casarse con un completo desconocido...