Capítulo 76: De niños, anillos y laberintos helados (Parte 1).

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5 años después.

...

La puerta estaba entreabierta y había luz en el interior.
Brick sonrió, pues no había llegado tan tarde después de todo. Daba la sensación de que así era, porque en invierno empezaba a anochecer temprano y era inevitable perder la noción del tiempo. Entre el almuerzo por cortesía con un Conde del reino de Seyfar y su esposa, y las reuniones de la tarde, tenía la sensación de que era mucho más tarde de lo que realmente era.

Se acercó a la puerta de la habitación de su hijo y se asomó un poco para ver el interior. Como de costumbre, y a pesar del frío, la ventana estaba abierta de par en par; había algunos juguetes tirados en el suelo y una magdalena a medio comer encima de la mesita de cristal.
Vio la cabecita pelirroja apoyada en la almohada y escuchó su risa. El pequeño Braxton estaba despierto, pero no se dio cuenta de la llegada de Brick porque estaba demasiado absorto en el libro que su madre le estaba leyendo tumbada a su lado en la cama.

Era algo habitual. Cuando Braxton no podía dormir, Bombón le leía historias hasta que caía en los brazos de Morfeo.

— Después de su desafortunado encuentro con el monstruo — leía Bombón en voz alta — el pequeño guerrero llegó a un pequeño castillo en ruinas. Era un lugar espeluznante, pero el pequeño Walter no dudó en entrar, pues su curiosidad se sobrepuso al miedo. Si había algo ahí dentro, no podía ser peor que el monstruo que había derrotado en el bosque. Salvo que fuera... un fantasma.

— ¡Un fantasma! — gritó Brick, asustando al niño. El pelirrojo se había acercado hasta la cama sin que su hijo se diera cuenta y, tras el susto, empezó a hacerle cosquillas.

— ¡Papá, para! — dijo riendo a carcajadas. —¡Me has asustado!

— ¿Pensaste que era un fantasma? — el niño asintió sin parar de reír y Brick le dirigió otra sonrisa a Bombón. —No hay nada que temer, nosotros estamos aquí para espantar a los monstruos. Sobre todo tu madre.

— ¡Brick! — la susodicha le lanzó un cojín haciéndose la indignada y él lo cogió al vuelo, divertido. — Otro chiste como ese y hoy duermes en el jardín — amenazó.

— ¿Ves lo que te decía? — susurró Brick a su hijo y recibió el impacto de otra almohada. Los tres rieron, y después de eso, Braxton explicó emocionado de qué trataba el libro que su madre le estaba leyendo.

Brick se sentó al lado opuesto de Bombón, quedando el niño en medio de ambos. La lectura prosiguió donde se había quedado.
El pequeño guerrero llamado Walter se adentraba en un castillo abandonado temiendo toparse con algún fantasma. Cuadros antiguos parecían seguirle con los ojos desde las paredes y, en alguna parte de la planta superior, se escuchó el eco de unos pasos. Había tanto polvo en el suelo que los zapatos del guerrero dejaban huellas como si de nieve se tratara. ¿Había alguien más allí? ¿Por dónde había entrado, si no había otras huellas aparte de las suyas? Walter desenfundó su espada al escuchar un portazo en el piso de arriba.

Brick empezaba a preguntarse si ese libro era adecuado para su pequeño hijo. Braxton escuchaba con atención cada palabra, y en vez de entrarle sueño, parecía incluso más despierto que antes.

— Walter abrió la puerta... — Braxton apretó la mano de Bombón y se giró hacia su padre, mirándolo con esos grandes y bonitos ojos que tenía; uno de color rojo y el otro de color rosa. — Dos ojos brillaron en medio de la oscuridad...

— Suficiente por esta noche — inerrumpió Brick y le quitó el libro a su esposa. — Por eso tiene pesadillas.

— ¡No, papá! — protestó el pequeño. — Por favor, solo un poco más.

Los colores del amor - (PPG y RRB).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora