Capítulo 70: Una ventana, un pergamino y un lobo fantasma.

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Todo rastro de preocupación se desvaneció en cuanto Brick divisó a Bombón en la cocina, comiendo un bizcocho junto a una doncella que le explicaba apasionadamente algo mientras señalaba el postre y un tarro de azúcar. Bombón asentía lentamente con la cabeza sin dejar de masticar, alentando a la chica a continuar con lo que fuera que le estaba diciendo con tanta emoción. El pelirrojo no fue más allá de la puerta, es más, retrocedió algunos pasos antes de que su esposa le viera.
¿Por qué se estaba escondiendo? Si hasta ese momento la estaba buscando desesperadamente. Ni él lo sabía, en ese instante le abandonaron las fuerzas que lo habían llevado en busca de la chica solo un rato antes. Ella estaba ahí y eso era lo único que importaba.

Dio la vuelta hacia las grandes escaleras del palacio, dispuesto a ir a su despacho, pero se detuvo de golpe cuando un par de brazos lo rodearon fuertemente desde atrás. Su corazón dio un vuelco y no supo en qué momento en su boca se había dibujado una sonrisa, que se apresuró en ocultar antes de girarse hacia la persona que tenía detrás.

— No sabes el susto que me diste esta mañana, Brick... Mojo ya me dijo que no quisiste ver al médico.

— Porque estoy bien, ya lo ves — contestó tajante. — Siento haberte preocupado. Si me disculpas, tengo un poco de trabajo — dijo el pelirrojo, pero no hizo nada por apartar a Bombón, que seguía abrazándolo con la cabeza apoyada en su espalda.

Un silencio incómodo se instaló entre ellos antes de que la ojirrosa lo apretara con más fuerza.

— Ya me imaginaba que dirías eso — murmuró. — Has dormido mucho y ahora tendrás que recuperar las horas perdidas. Excusa barata...

— Bombón...

— Ni siquiera habíamos arreglado las cosas y ya estás volviendo a estropearlo todo — lo interrumpió. Por su tono, más que irritada, sonó cansada — Te amo. Pero si esto sigue así, no sé si vale la pena que sigamos casados.

Brick se deshizo bruscamente del abrazo de la pelirroja para mirarla a la cara. ¿Había dicho aquello de verdad?

— No vamos a divorciarnos, no estás hablando en serio.

— Ya lo creo que sí — replicó ella con la mirada decidida. — Podría haberme acostumbrado a esta actitud tuya si la hubieses mantenido desde el principio. Podría haber aceptado que siempre fueras así, y la convivencia hubiera sido tolerable. ¿Pero qué hiciste tú? Me mostraste otro lado tuyo, atento, cariñoso y... enamorado. ¿Para qué? Me ilusioné con que nuestra relación estaba funcionando. ¿Y ahora? Vuelves a ser como al principio. Y además estás paranoico insinuando que yo he dejado de quererte, cuando el que se aleja y se comporta como si no me amara eres tú — concluyó golpeándolo en el pecho con un dedo acusador. Brick abrió la boca para decir algo, pero volvió a ser interrumpido. — No te molestes en repetir que todo son imaginaciones mías y que estás ocupado con tu trabajo. No te estoy pidiendo que estés pendiente de mí a todas horas, solo que muestres aunque sea un poco del amor que dices sentir.

Brick la miró sin saber qué contestar. Era conciente de que la chica tenía razón en todo lo que había dicho, pero no podía contarle lo que estaba pasando. No podía confesarle en qué se había metido, tampoco que tenía tratos con Malinski; mucho menos podía explicarle el por qué de su repentino distanciamiento, provocado por una parte por la magia negra que lo obligaba a separarse de Bombón y, por otro, su propio miedo a hacerle daño.

Sea como sea, era cierto que la situación se estaba volviendo insostenible. Y él no sabía con certeza cómo manejar el asunto a partir de ese momento. La pelirroja lo miraba fijamente, esperando si no exigiendo una respuesta. ¿Debía hacerle alguna promesa que no sabía si sería capaz de cumplir? Optó por lo fácil: seguir evitando el tema y seguir cometiendo errores cada vez que abría la boca.

Los colores del amor - (PPG y RRB).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora