Capítulo 65: Un secreto del pasado y una misión cumplida.

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Brick y Bombón partieron de vuelta hacia Carixia esa misma noche, después de cenar con la familia de ella. El hermano menor de Bombón, Blake, había crecido cinco o seis centímetros desde la última vez que Brick lo había visto, pero seguía siendo el mismo chaval travieso de siempre. El lobo Snow tampoco había dejado de crecer aún, pero se le notaba más distante. Si bien le lamió la mano a Brick y movió la cola cuando lo vio, ya no daba saltos de alegría como un cachorro, cosa que sí hacía cuando le ofrecían carne. La madre de Bombón seguía siendo una mujer estricta y algo fría como la recordaba, y su marido el rey Blaze, tan conciliador y simpático como siempre.

Bombón se había puesto el anillo en cuanto Brick se lo había dado, emocionada. Llevaba la alianza en el dedo anular de la mano izquierda, y optó por ponerse este otro en el anular de la derecha. Era una joya sencilla, dorada, que llevaba la letra B grabada en la parte interior. El anillo que Brick tenía que ponerse lucía igual, solo que la letra B tenía la raya un poco más alargada, formando el símbolo β. Evidentemente, él no se iba a poner el suyo todavía y no quería que Bombón supiera de su existencia.

Durante el trayecto de regreso a Carixia, el pelirrojo le explicó a su esposa todo lo sucedido en su ausencia y procuró aclarar cualquier duda que tuviera respecto a Berserk. Por último la puso también al tanto de la información que les había llegado aquella mañana, de que una pelirroja se había subido a un barco no identificado y era muy probable que fuera Berserk. Y en vista de que la mujer no había mostrado ninguna señal de querer llevarse a su hijo, el pequeño Randall, la hermana de Brick se haría cargo de él; le había cogido muchísimo cariño y a todos les parecía bien.

Llegaron después de medianoche. Bombón sintió un alivio y una paz que no esperaba cuando el carruaje se detuvo delante del palacio. No se había dado cuenta de lo mucho que había añorado aquel lugar hasta que volvió a tenerlo delante. Snow fue el primero en bajar y se fue corriendo hacia los enormes jardines, mientras Brick y Bombón fueron recibidos por el mayordomo Mojo y un par de sirvientes más. Había nieve, pero definitivamente no tanta como en el reino de Nordixia. El aire se notaba también más cálido, aunque seguía saliendo vaho de sus labios cuando hablaban.

— Bienvenida — saludó Mojo con una pequeña reverencia. — La extrañábamos mucho.

— Y yo, me alegra estar de vuelta.

Una vez en el dormitorio, Bombón decidió que sacaría las cosas de su maleta al día siguiente. Ahora prefería dormir, así que se limitó a quitarse los zapatos y se tumbó en la mullida cama.

— Estoy agotada.

— Yo también — añadió Brick antes de echarse a su lado.

El pelirrojo giró la cabeza hacia Bombón, que permanecía con los ojos cerrados desde que se había tumbado. En seguida supo que se había quedado dormida. Sin apenas darse cuenta, sonrió al verla de nuevo a su lado. Solo él (y probablemente Mojo) sabía lo mucho que la había extrañado todo ese tiempo. Había sido muy duro para él que el amor de su vida alejara de esa manera por un malentendido que él mismo había causado. Y también la discusión de esa mañana, cuando por un momento creyó que Bombón había dejado de quererlo. Por suerte, las cosas parecían volver a su sitio.

Ella tenía la mano sobre su vientre, ya se le notaba el embarazo y eso hizo sonreír aún más a Brick. Entrelazó los dedos de su mano con la de ella, con mucho cuidado para no despertarla, y también cerró los ojos.

Buenas noches, primor – quería decir, pero las palabras no llegaron a salir porque también se quedó dormido.

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En el castillo de Carixia ahora todo era paz, pero a pocos kilómetros de allí, en el mismo reino, en una casa reinaban la incertidumbre, los nervios y, hasta cierto punto, el miedo. Burbuja estaba sentada en el sofá de la que era su nueva casa mientras Boomer daba vueltas por el comedor como un tigre enjaulado.
Los ojos celestes de ella se movían de un lado a otro, siguiéndolo, hasta que hundió el rostro entre sus manos y suspiró. Los pasos del rubio siguieron resonando en la estancia. Burbuja no sabía a qué se debía esa actitud, y Boomer se había negado a decírselo. Pero tanto secretismo y nervios solo ponían más tenso el ambiente.

Los colores del amor - (PPG y RRB).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora