Capítulo 11: Una alegría y una despedida.

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— Ahí está, esa es la casa — dijo Burbuja señalando una pequeña casita en medio del campo.

Las chicas habían regresado a Nordixia sin mayores complicaciones. Aunque en un principio les preocupaba volver a pasar por el bosque, a la vuelta no ocurrió nada extraño ni fuera de lo normal. Lo habían atravesado lo más rápido posible y al salir Burbuja se puso delante encabezando el grupo para guiar a sus amigas hasta la casa de la curandera Sedusa. Debían darse prisa, pues la noche podía parecer muy larga pero no iba a ser eterna.

Desde lejos se veía luz por una de las ventanas de la casa, pero al llegar descubrieron que Sedusa no estaba dentro. Llamaron varias veces pero nadie contestó, y la puerta estaba cerrada con llave.

— No puede ser cierto. — Robin se cruzó de brazos. — ¿Adónde habrá ido esta mujer a estas horas?

— Mira esa cacerola, quizás estaba cocinando y ha ido a buscar más leña para el fuego.

— Si ha dejado la cacerola en el fuego seguramente no tardará en volver, la esperaremos. — Bombón se sentó en el suelo junto al caballo del que se había bajado un par de minutos antes.

— Qué mala suerte — se quejó Bellota y apoyó su mano derecha en la pared — hemos venido con tanta prisa y ahora resulta que tenemos que esperar.

— No hay más remedio, ya estamos aquí, no nos vamos a ir ahora — respondió Burbuja y se sentó junto a Bombón.

— Me pregunto cómo estará mi hermano...

— No te preocupes, dentro poco volveremos al castillo con el antídoto y se va a recuperar.

— ¡Bellota! ¿¡Qué es eso!? — chilló Burbuja, llamando la atención de todas y consiguiendo sobresaltar a la morena. La pared sobre la que se había apoyado la ojiverde se estaba cubriendo de hiedra y musgo, y dicha vegetación parecía dirigirse a un punto fijo: la mano de Bellota.

— ¿Pero qué...? — la susodicha se apartó rápidamente y en el momento en que lo hizo las plantas dejaron de crecer — ¿Qué diantres ha sido eso?

— ¿No es obvio? ¡Tú también tienes poderes!

— ¡Eso no puede ser! ¿Yo? No, imposible.

— Vuelve a tocar la pared de la misma manera — sugirió la pelirroja — así lo comprobaremos.

Bellota se miró las palmas de las manos mientras sus amigas la observaban expectantes e impacientes por saber si tenía algún tipo de poder. Acercó lentamente su dedo índice a la pared y en cuanto la tocó con la punta, el musgo comenzó a crecer nuevamente. El corazón el dio un vuelco y se apartó como si se hubiese quemado. Las demás miraban asombradas, sobretodo Robin.

— ¡Lo has vuelto a hacer! ¡Tienes magia! — la pelicastaña saltó y corrió a abrazar a la morena — ¡Las dos tenéis poderes!

— Debo estar soñando.

— ¡¿Qué le ha pasado a mi casa?! — era la voz de Sedusa, Burbuja la reconoció de inmediato — ¡No he estado fuera ni media hora! ¿Qué es todo esto?

— Es una larga historia — Bombón se levantó y sacó la flor brillante. — Hemos traído el antídoto. Por favor, prepara el brebaje.

— Está bien, entrad porque esto llevará un buen rato.

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Mojo se había levantado muy temprano esa mañana y como no había nadie despierto todavía, salió a uno de los balcones para ver el amanecer. Era uno de sus momentos favoritos del día. Y mientras esperaba que salieran los primeros rayos del sol, comía un plátano tranquilamente.

Los colores del amor - (PPG y RRB).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora