Capítulo 60: Tensión, celos y besos. [Parte 2]

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Narra Burbuja

A veces no sabes que algo va mal hasta que te topas de frente con el problema, otras veces intuyes que está a punto de pasar algo porque aparece una señal que te lo indica.
Ver a Charlie, el chico rubio de la hermandad de tiradores, después de tanto tiempo, me hizo pensar que aquella aparición suya era presagio de algo malo. No le había visto desde que nos encontramos en Lirixia por la boda de Robin, a la que lo habían invitado junto con otros deportistas por haber representado al reino de Rosixia en los Campeonatos de Fuego.

Aparte del mal presentimiento que me causó verle, inmediatamente me hice la pregunta del millón: ¿Qué estaba haciendo él aquí?
Lo cierto es que no era una persona desagradable, todo lo contrario, pero la última vez me alegré de perderle de vista porque se puso muy pesado con sus insistencias por que me uniera a la hermandad de tiradores a la que él pertenecía; por no mencionar que empezaba a tomarse muchas confianzas, como el beso en la mejilla que me dio al despedirnos ese día.

Él sonrió ampliamente al verme, sus dientes eran blancos como la nieve, pero su sonrisa me pareció más bien siniestra en esa situación. Estaba parado en la esquina de la calle donde estaba mi casa, como si supiera cuándo y por dónde iba a venir.

— Burbuja, ¡cuánto tiempo! — me dijo dándome un rápido abrazo, que a decir verdad me incomodó un poco, pero continué siendo amable.

— Mucho. ¿Qué estás haciendo por aquí?

— Unos compañeros y yo tenemos una misión más al norte, en el Glacial, y estaremos unos días por estos lares antes de continuar hacia allí — explicó. Yo asentí con una sonrisa, pero por dentro ya pensaba que se avecinaba la pregunta favorita del chico. Y no andaba errada. — A todo esto, ¿no has cambiado de idea sobre lo de unirte a nuestra hermandad? Te aseguro que no te arrepentirás.

— Completamente, aunque te agradezco la oferta — por milésima vez añadí para mis adentros. — Bueno, tengo un poco de prisa.

— Pues espero que podamos vernos mientras esté por aquí. Tengo alquilada una habitación en una posada que está aquí cerca, así que en algún momento seguro que nos encontraremos.

— Claro, hasta la próxima.

Me alejé despidiéndome con la mano y sonriendo, pero fruncí el ceño en cuanto le di la espalda. Era de lo más extraño que hubiese estado allí esperándome, porque estaba claro que me estaba esperando. No iba a huir de él, pero esperaba no encontrármelo más de lo necesario en los próximos días.

Al llegar a casa sentí un rico olor a estofado, cosa que me recordó que hacía un rato que me moría de hambre. Me quité los zapatos y el abrigo en la entrada y me dirigí a la sala de estar, donde encontré a mi padre fumando una pipa y mi madre tomando una taza de té. Ambos estaban muy serios; en ese momento no tuve duda, eso era otra señal de que algo iba mal. Tampoco me equivocaba esta vez.

— ¿Te lo has pasado bien hoy? — preguntó mi padre con un tono demasiado seco. Tragué saliva. — Te he hecho una pregunta.

— Yo... sí, bueno... como siempre.

— ¿Cuánto hace? — cuestionó esta vez mi madre.

— No entiendo.

— ¿Cuánto hace que nos mientes y sales con ese chico a escondidas? — aclaró. Mis ojos se abrieron de par en par y rehuyeron las miradas de mis padres, hice como si buscara algo inexistente en el suelo.

— Tu madre te ha hecho una pregunta, Burbuja Moore — dijo papá.

Quería responder algo, pero me quedé sin habla. Me habían descubierto. ¿Y ahora qué? ¿Por dónde empezaba a excusarme, a explicar la situación? ¿O era mejor comenzar pidiendo disculpas? Sí, sería lo mejor.

Los colores del amor - (PPG y RRB).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora