Un fuerte mareo fue lo primero que sintió Butch al despertar; toda la habitación le daba vueltas y no era capaz de mantenerse de pie cuando trató de levantarse de la cama. Un momento... ¿habitación? ¿Cama? ¿Dónde se suponía que estaba? Tuvieron que pasar unos minutos más hasta que reunió fuerzas para ponerse en pie y mirar con claridad a su alrededor.
La palabra habitación le iba grande a aquel cuartucho donde se encontraba el ojiverde. Las paredes grises llenas de grietas le daban un toque macabro a la estancia, que además solo contaba con una pequeña ventana por la que entraba algo de luz. Butch tropezó con un pequeño barril de madera del que aún goteaba vino.
La cama estaba revuelta y era terriblemente incómoda, pero aun así la idea de volver a tumbarse un rato porque se encontraba fatal le pareció tentadora. Pero no, debía salir.
Salir... ¿y cómo había entrado? No recordaba nada. Lo único en lo que podía pensar era el terrible dolor de cabeza que lo aquejaba y la firme idea de que debía salir de allí rápido, dondequiera que estuviese.Abrió la puerta y se encaminó por el pasillo hacia el lado por el que venía la luz; la luz del día. Luz solar... aire fresco. Necesitaba aire fresco. Sus pasos eran lo único que se oía, pero no estaba solo en aquel lugar, como pudo comprobar unos instantes después.
A la salida de lo que era el pasillo reconoció el lugar: era la última taberna a la que habían ido la noche anterior. Casi todas las persianas de madera estaban cerradas, pero había unas pocas ventanas abiertas por las que entraban aire y luz. Por lo que pudo ver, aún era temprano, pues el sol apenas estaba saliendo.
Miró a su alrededor y se llevó una mano a la cabeza, en efecto no estaba solo. Sus amigos y otra gente que no conocía dormitaban en cualquier posición en las sillas, apoyados en las mesas o en la barra o directamente en el suelo. Detrás de la barra, un señor bigotudo ordenaba copas recién lavadas.
— Buena noche la de ayer, eh — le dijo el hombre. — Hacía mucho que no teníamos tantos clientes. ¡Ni un ambiente tan festivo!
— ¿Me cree si le digo que no me acuerdo de nada? — le dice Butch por respuesta.
— No le creería si me dijera lo contrario — le contesta el bigotudo y suelta una risa. — Todos bebieron como si no hubiera un mañana; pero ya ve que sí que lo hay, y llega con una resaca... pero a la gente le da igual.
— Ha... ¿ha visto a un chico rubio, como de mi edad y de ojos azules?
— Hay uno rondando fuera, fue el primero en despertar y salió a tomar el aire hace un rato.
Butch le dio las gracias al tabernero y se dirigió hacia la salida en busca de Boomer. Lo que no esperaba era encontrarle en el estado en que le encontró: colérico.
— ¡Ahí estás! ¡Y mira con qué pintas sales! Haz el favor de arreglarte un poco la ropa — le gritó Boomer nada más verle. — ¡¿Dónde demonios estuviste?! Golpeé todas las puertas y nada, como si te hubieses esfumado. ¿Se puede saber qué hiciste?
— Oye tranquilízate. Me habré quedado dormido en algún momento porque es cierto que me desperté en una de esas habitaciones... Pero esperaba que tú pudieras contarme lo que pasó antes, yo lo último que recuerdo es el momento en que llegamos aquí.
El rostro de Boomer, que hasta ese momento estaba tenso y con el ceño fruncido, se relajó de pronto para acto seguido comenzar a reír. Una risa nerviosa que solo le hizo sentir peor.
— Me tomas el pelo. ¿Verdad?
— No, Boomer, es en serio. No recuerdo cómo llegué allí.
— Ni con quién, ¿no?
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Los colores del amor - (PPG y RRB).
Fiksi PenggemarEn un mundo mágico dividido en ocho reinos... Bombón es una princesa que ha crecido con la idea de que algún día encontraría a su príncipe azul y se casaría con él, pero todo cambiará cuando descubra que tiene que casarse con un completo desconocido...