Los colores del amor - (PPG y RRB).

Capítulo 10: Descubrimientos...

Narra Boomer

Hacía como media hora que daba vueltas por jardín, confuso y nervioso por lo que había visto. Se me olvidó por completo que estaba esperando a Brick, que se suponía que Butch se tomaría el vino y saldría aquí fuera conmigo... olvidé todo lo demás en cuanto la vi.

Al principio sólo divisé una silueta, pensé que sería algún ladrón y me escondí para poder observarlo y atraparlo si se daba el caso. Pero lo que vi me dejó perplejo.

El viento le quitó la capucha a aquella chica, y pude ver dos coletas rubias que me recordaron a esa amiga mía, la que había conocido de pequeño en el puente. Pero no era posible... ¿o sí? Mi confusión creció aún más al ver el arco y las flechas que llevaba.

Podía tratarse perfectamente de una simple coincidencia, pero por otro lado todo encajaba. El mismo peinado, el cabello rubio, y el arco... ¿cuántas chicas rubias con dos coletas practicaban el tiro con arco? A saber.

Y si era ella, ¿por qué estaba ahí? ¿Cómo había llegado? Vi que otra chica, ésta sin capucha ni nada, llegaba corriendo hasta la misma ventana y empezaron a hablar, pero no pude oírlas. Al poco rato Mojo apareció en la ventana con la señorita Bell y otra chica encapuchada, y ayudaron a las dos que estaban fuera a entrar por esa misma ventana. ¿Pero qué estaría haciendo esta gente? ¿Y Mojo? Brick debía enterarse de esto.

Continué caminando mientras las mismas preguntas se repetían una y otra vez en mi cabeza. De repente escuché unos gritos, parecía la voz de Butch y me dirigí al lugar del que procedía.

Le encontré envuelto hasta el cuello en unas lianas gruesas y verdes que salían del suelo. Las corté con mi espada de raíz para que dejaran de crecer y así liberé a mi amigo. En cuanto aparté toda esa vegetación de él, vi que también estaba atado.

— Pero bueno, ¿qué te ha pasado? ¿Quién te ha hecho esto? — pregunté y corté también el cinturón con el que lo habían amarrado.

— Vamos a buscar a Brick, ahora te lo cuento.

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Tras ser acusado en un principio de celestinear, Mojo pudo explicarle a Brick lo que realmente había ocurrido. El rey estaba nervioso, inquieto y enfadado, pero se notaba que hacía un esfuerzo por contenerse y no gritarle al mayordomo.

— A ver si lo he entendido bien — Brick caminaba de un lado a otro con los brazos cruzados, mientras Mojo estaba sentado junto al escritorio con cara de culpabilidad. — Ha entrado en un reino enemigo y se ha colado en el castillo de dicho reino para coger una llave gracias a la que conseguiría una planta para hacer un brebaje, todo para salvar a su hermano. Tú le has ayudado a llevarse la llave y salir sin que la atrapasen — Mojo asintió con los ojos cerrados. — Se ha arriesgado mucho viniendo aquí, no sé si es una imprudente o una valiente.

— Yo diría que valiente, señor. El fin justifica los medios.

— ¿Y por qué no me avisaste? ¿Esperabas que no me enterase nunca?

— Parecía muy desesperada, señor. Y no sabía cómo reaccionaría, por eso decidí ayudarla y contárselo a usted cuando ella se hubiera ido. En ningún momento tuve intención de ocultárselo.

— Ah, muy bien. Primero actuamos, como dices tú, y ya pediremos permiso luego.

— No quise decir eso, señor. Lo hice por una buena causa, entiéndame. Dijo que su hermano podría morir.

— Mojo, ¿cuántos años llevas trabajando en este castillo?

— Desde antes de que usted naciera, señor.