Capítulo 27: Un nuevo amigo.

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Aquel iba a ser un día ajetreado, sobre todo para los sirvientes. Nadie estaba parado aquella mañana, unos transportaban equipaje, otros acompañaban a señoras y señores adinerados de compras porque querían ir muy elegantes a la boda que se iba a celebrar en Carixia... en resumidas cuentas, todos tenían trabajo.

Robin se había levantado temprano para recoger todas sus cosas, y ya casi lo tenía todo cuando llamaron a su puerta. Una doncella entró para decirle que Anthony la esperaba en el vestíbulo del castillo. La pelicastaña había olvidado que tenía que salir con él. Se miró en el espejo para comprobar que se veía bien.

Llevaba un sencillo pero bonito vestido de color lila pálido y su cabello suelto estaba bien cepillado, ni un pelo fuera de lugar. Se puso unas bailarinas del mismo color que su vestido y salió al encuentro de su prometido. El susodicho iba vestido de negro, su camisa, su pantalón, sus zapatos... lo único diferente era su cabello castaño y sus ojos verdes.

— Buenos días — saludó Robin con una sonrisa.

— Buenos días, ¿lista para ir de compras?

La chica asintió y ambos salieron en dirección al carruaje que los esperaba fuera. Phil los vio y aquella escena no le sentó nada bien, pero no podía hacer nada. Él ya había perdido su oportunidad.

Anthony llevó a Robin a la Ciudad de las Altas Llamas, donde pasaron toda la mañana. Había muchas tiendas de ropa, de zapatos, de muebles y objetos decorativos, floristerías... estas últimas eran las que más llamaban la atención de la princesa.
Anthony quería comprarle algo cada vez que entraban en una tienda, pero ella no quería abusar de su amabilidad. Sin embargo, el chico insistía tanto que finalmente Robin aceptaba algún que otro regalo. Un vestido, unas medias, unos guantes de seda y un paquete de semillas de rosa fueron los obsequios que le hizo.

Los dos charlaban animadamente de cosas que les gustaban y el tiempo se les pasó volando. Aquel paseo estaba resultando realmente agradable, Robin no esperaba llevarse tan bien con su prometido. Él, por su parte, también estaba disfrutando de su compañía. Incluso hubo un momento en que llegó a pensar que, si no fuera por el plan, esa chica podría haber sido una buena amiga a la que no habría querido traicionar.

Pero ya no había amistad que valiera, el plan debía seguir adelante.

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Nada más despertar, Barbablanca sintió que todo le dolía, y es que se había quedado dormido en una butaca en la biblioteca. Se frotó los ojos y miró el montón de libros que había estado leyendo durante la noche. Algunos aún seguían abiertos sobre su regazo, otros yacían tirados por el suelo.

El mago bostezó, acto seguido recogió los libros que tenía encima y los dejó también en el suelo. Sus huesos crujieron cuando se levantó y aún más cuando se desperezó, llevaba un par de noches agotadoras. Y por desgracia, todo ese esfuerzo no había servido de nada ya que no había encontrado lo que buscaba.

En aquella biblioteca no había ni un ejemplar del libro que buscaba, lo que significaba que de momento no podía hacer nada por los chicos. O bien tenía que esperar a volver a casa, o bien tenía que pedirle a alguien que le llevara el libro. Pero dado que ese día se marchaban de Leynor, ya no tenía sentido, pues no había tiempo.

Decidió que cuando llegasen a Carixia, buscaría en la biblioteca del palacio de allí. Además, estaría cerca de casa y de no encontrarlo, entonces pediría que le llevasen un ejemplar desde Nordixia. Miró los libros que estaban tirados por el suelo durante un instante para luego alejarse de ellos con las manos en la espalda, como si no hubiese sido él quien los había dejado allí.
Ya los recogería alguien más tarde...

Los colores del amor - (PPG y RRB).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora