Capítulo 40: Confesiones.

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— ¡¿Pero es que no te has dado cuenta de que esa chica eres tú?!

Bombón no estaba segura de si había oído bien. ¿Realmente Brick había dicho esas palabras?
Se le cortó la respiración y el corazón amenazaba con salir disparado de su pecho. Durante unos segundos tuvo la sensación de que la tierra se desvanecía bajo sus pies, como si flotara. Luego volvió en sí.

Brick seguía mirándola a los ojos, con el ceño fruncido y los puños apretados. Parecía muy enfadado.

— ¿Qué...? — dijo ella en apenas un susurro.

— Lo que has oído. La chica eres tú — repitió. — Lo puedo decir más alto pero no más claro.

— No juegues conmigo, Brick — murmuró apartando la mirada.

— ¿Tengo pinta de estar jugando? ¡¿Crees que te diría algo así si no fuera verdad?!

Con lo alterada que estaba tras leer la carta de Dexter y escuchar lo que Brick le había dicho, Bombón sentía que le faltaba el aire, necesitaba salir de allí. Quería huir, como había querido huir antes de la boda.

Sin decir nada, la ojirrosa se alejó corriendo hacia la puerta y salió sin cerrarla. Brick se sentó al borde de la cama, suspiró con frustración y se sintió como un idiota. Sabía que ella no le correspondería nunca, no debió decirle nada. Pero los nervios y el arrebato de ira por la carta de Dexter le habían vuelto a jugar una mala pasada.

Por otra parte, también se sentía aliviado hasta cierto punto porque ya había confesado lo que sentía. Para bien o para mal, ahora ella sabría de sus sentimientos, aunque no le creyese o no sintiese lo mismo por él. No era un consuelo, pero era mejor que cargar con ese secreto.

El lobo se acercó y se sentó frente a él, mirándole con curiosidad. Brick le rascó detrás de la oreja antes de levantarse e ir hasta la ventana. Apartó un poco la cortina y vio que fuera seguía nevando. Unas huellas en la nieve le hicieron pensar que Bombón estaba ahí fuera, en alguna parte. Negó con la cabeza, iba a enfermar si pasaba mucho rato a la intemperie, no llevaba abrigo, solo un camisón y la bata encima.

.......

....

.

"Estúpida y cobarde" eran las dos palabras que Bombón repetía en su cabeza, así se sentía. ¿Por qué no le había dicho a Brick lo que sentía por él? Quizás porque estaba molesta por su reacción por la carta, o porque le parecía demasiado bonito para ser verdad que Brick la quisiera. Fuera como fuera, ahora se arrepentía de haber reaccionado de esa forma. Si era cierto lo que le había dicho, había herido sus sentimientos.

Se encontraba sentada en el suelo junto a la fuente donde había besado a Brick semanas atrás, bajo los rosales que, al haber seguido creciendo durante ese tiempo, ahora formaban una suerte de pequeño refugio alrededor de la fuente donde la nieve no llegaba, pero igualmente hacía mucho frío.

Se limpió las lágrimas, se abrazó las piernas y ocultó su rostro en el hueco entre sus brazos y sus rodillas. Se preguntaba si era un buen momento para regresar a la habitación y si Brick seguiría allí. Escuchó entonces unas pisadas en la nieve y levantó la vista cuando el pelirrojo le puso una capa roja sobre los hombros. Alcanzó a ver su mirada, ya no parecía enfadado, solo disgustado; o decepcionado. Pensaba que se iría, pero Brick se sentó a su lado en el suelo.

Estuvieron unos minutos en completo silencio; un silencio que les taladraba los oídos a ambos.

— Siento haberte gritado — dijo finalmente Brick.

Los colores del amor - (PPG y RRB).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora