Capítulo 57: La gran noticia.

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Tras oír la noticia, Brick se quedó callado durante algunos segundos en que no apartó los ojos de Bombón.

— ¿Qué has dicho? — preguntó sin poder creerlo todavía. — Bombón, tú...

— Estoy embarazada — afirmó ella de nuevo sin perder la sonrisa.

La pelirroja se había imaginado muchas reacciones diferentes, pero la de Brick en aquel momento no se correspondió con ninguna de ellas: podía saltar de alegría, o todo lo contrario, enfadarse; podía no creérselo, podía no darle importancia, o entrar en pánico. Bombón había visualizado en su cabeza un sinfín de escenarios posibles, excepto lo que realmente ocurrió.

Brick estaba cansado del viaje, impaciente por ver a su esposa después de echarla tanto de menos, y preocupado por la situación que se estaba viviendo en el Sur con los piratas; definitivamente no esperaba oír una novedad como aquella precisamente en ese momento. Sin embargo, cuando la asimiló, sonrió de una manera en que Bombón no le había visto hacerlo nunca hasta entonces: con tanta ternura y tanta calidez que por unos instantes olvidó que estaba nevando y hacía un frío que pelaba. Era una sonrisa que lo decía todo, y que expresaba todo el amor que sentía el pelirrojo.
Inmediatamente después, Brick la besó fugazmente en los labios y la abrazó con fuerza sin dejar de sonreír en ningún momento. Ella correspondió al abrazo al instante y pudo escuchar el corazón del ojirrojo latiendo con tanta fuerza y rapidez como el suyo propio, prácticamente sincronizados.

— No sé cómo lo consigues, pero cada vez que pienso que no podrías hacerme más feliz de lo que ya lo haces, te superas. Gracias por este regalo, primor.

Ella le sonrió mientras Brick recogía del suelo la bolsa que había dejado caer antes, se la colgó del hombro y acto seguido, sin previo aviso, cogió a Bombón en brazos para llevarla de vuelta al castillo, pues no iba a permitir que la imprudente pelirroja siguiera andando por la nieve descalza, y mucho menos en su estado.

El rostro de Bombón recuperó la seriedad cuando se fijó de nuevo en la ropa parcialmente manchada de sangre que llevaba y vio de cerca algunas heridas en sus manos.

— Brick, puedo ir yo sola, no es necesario que me lleves — le dijo, pero él negó con la cabeza y descartó la idea de soltarla. — Además, me parece que estás herido... ¿te sientes bien? — preguntó preocupada.

— Tranquila, solo necesito descansar. Me encuentro bien, e incluso mejor ahora que estoy contigo.

— Me alegro tanto de que estés de regreso...

Sin dejar de caminar hacia el palacio, pisando la nieve fresca e inmaculadamente blanca, Brick le dio a la pelirroja un beso en la frente y ella apoyó la cabeza en su pecho. Ambos se sonrieron, disfrutando ahora en silencio de la presencia el uno del otro.

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Mientras tanto, en otras partes del reino de Carixia, Boomer y Butch también regresaban a sus respectivos hogares y ambas familias recibieron a sus hijos con alegría y alivio al ver que se encontraban, dentro de lo que cabía, bien. El rubio volvía visiblemente más delgado.

Butch, hambriento como un lobo, se comió media bandeja de estofado que su madre había preparado esa tarde. También tomó algo de vino en lo que les contaba a sus padres lo acontecido en el reino del Sur y cómo lo había vivido él, omitiendo el detalle de que había obtenido poderes mágicos.
Por último, salió también el tema de su boda con Bellota, y el moreno les aseguró que todo estaba bien, aunque todavía no había hablado con su prometida desde la última vez que se vieron y no habían hecho las paces oficialmente. Debía ir a verla cuanto antes, no solo para hablar de todo lo sucedido, sino también porque la echaba de menos. Joder, si la echaba de menos... aunque estuviera enfadada, pensaba plantarle un buen beso nada más verla para recuperar el tiempo perdido.

Los colores del amor - (PPG y RRB).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora