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—No lo es —me reincorporo en la cama y me siento

Tengo su cara a centímetros del mío y, a pesar de que está oscuro, mis ojos ya se han acostumbrado a la poca luz y puedo ver los rasgos de su rostro. Supongo que él notará mi ceño fruncido.

—Entonces, ¿con quién?

—Deja de preguntar sobre mi privacidad Harry, ya es suficiente.

En vez de sonar molesta, sueno de los más diminuta, susurrando sin mirarlo para luego empujarlo de la cama. No cae porque se afirma de mis muñecas y se apega a mí. No puedo hacer nada, me tiene atrapada con su firme agarre.

—Tú sabes que yo no lo soy y solo quiero saber porque mentiste. Se nota en tus ojos que lo has hecho Emma —habla con el mismo susurro que yo y tensa los labios en una fina línea, pero luego de unos segundos, una sonrisa se levanta de ellos.

Al notar que no contesto, insiste.

—¿Te da vergüenza? —me lee como un libro abierto.

—No quiero que un tema personal este en boca de todos tus amiguitos.

—Lo eres —lo da por hecho y ya no tengo energías para seguir discutiendo sobre si me he acostado con alguien o no. Ya... ¿qué más da que lo sepa?

—¡Si Harry, soy virgen! ¿ahora podrías dejarme dormir? No sé por qué te importa tanto —este chico me estresa de lo lindo cuanto insiste.

Sonríe satisfecho y no me suelta, se ríe un poco y me sigue mirando.

—No lo puedo creer.

—¿Qué cosa? ¿qué sea virgen o que por fin haya contestado una de tus desubicadas preguntas?

En el fondo, tengo ganas de echar a correr y no mirarlo más a la cara. Qué bueno que está oscuro, porque no quiero que note lo aguado de mis ojos por lo avergonzada que me ha hecho sentir, sobre todo porque no tenía ninguna obligación de contestarle, pero lo ha descubierto de todas formas.

Sigue sin soltarme y sus ojos parecieran leer lo que dicen mis labios, sin despegarse de allí.

—No puedo creer que haya gente tan idiota que no desee tenerte de esa forma —se relame los labios con su lengua y me estremezco, lo quedo mirando fijo y me suelta con lentitud, dejándome libre.

—No es eso, es solo que... ¡eres un depravado! ¡No te entiendo para nada! —protesto y, lo que pretendía fuera un susurro, termina siendo un grito más alto que mi propia voz—. Déjame dormir.

Espeto y vuelvo a taparme con las sábanas de donde él no está sentado. Ríe con ganas, echando la cabeza para atrás.

—¿Depravado? No puede ser que cada vez que hable contigo un insulto nuevo salga de tu boca, ¿enserio me odias tanto? —no se oye afligido ni temerario, sino más como si dijese un chiste, como si gozara de toda esta situación.

—Te detesto con toda mi alma —trato de decirlo sin perder mi seriedad. A él no parece importarle eso y sonríe ampliamente.

—Pero no me odias —pongo los ojos en blanco y lo empujo de la cama, esta vez logrando mi objetivo.

Se pone de pie y escucho como ríe, una pequeña risita, pero aun así ríe. Rio mucho hoy.

Me doy la vuelta mirando a la pared y él se recuesta en la que por esta noche es su cama.

—Buenas noches NoNoi.

No contesto... me dejo llevar por el aroma de su almohada que rodeo con mis brazos y acurruco a mi rostro. Dejo que su olor me ayude a dormir y así lo hace. Me quedo profundamente dormida y lo único que escucho es su tranquila respiración.

FAULT [H.S.] MATUREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora