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Son las 6 a.m. y me despierto con un enorme dolor de estómago y con el cuerpo más pesado que nunca. Escucho una melodía a lo lejos mientras mis ojos se abren lentamente y con poca coordinación. Cuando logro abrirlos por completo me doy cuenta que la melodía proviene de mi celular, que vibra y vibra y luego, aunque cesa unos segundos, vuelve a vibrar y a vibrar.

Me doy vuelta y me fijo en que Christina ya está desparramada en su cama, ronca como oso y, si no fuera porque lo hace, pensaría que está muerta.

Tomo el teléfono y un número desconocido ilumina la pantalla, no quiero contestar, pero mejor lo hago, sino seguirá sonando hasta que me reviente la cabeza.

—Hola —apenas me sale la voz y tengo que aclarar mi garganta para que el saludo se escuche.

—Emma, soy Niall, perdón por llamarte a esta hora, necesito tu ayuda.

—¿Niall? —¿Por qué me estará llamando? —. ¿Qué ocurre?

—No puedo explicarte por teléfono, necesito que vengas de inmediato al gimnasio en donde fue la fiesta, enserio no te llamaría si no fuera urgente.

Suena afligido, y es Niall... no puedo quedarme tranquila si me lo ruega de esa forma. Además, la curiosidad, como siempre, me gana.

—Voy para allá.

Ni siquiera pierdo tiempo en cambiarme, me quede dormida con el disfraz puesto y todo el maquillaje corrido, pero sinceramente no me importa. Las palabras de Harry siguen retumbando en mi cabeza con la misma intensidad y crueldad con las que fueron dichas, provocando en mi cierta debilidad que nunca pensé llegaría a sentir.

Cuando salgo de mi habitación un hielo enorme me cubre el cuerpo y no tengo nada más a mano que la chaqueta de futbol de Harry, así que me la pongo y hago lo posible por no olerla y dejarme llevar por su fuerte aroma impregnado.

Camino lo más rápido posible y cuando llego al gimnasio la mayoría de la gente se ha ido, ciertas luces están encendidas y encuentro a Niall en la barra dándome la espalda. Sé que es él por su inconfundible cabello platinado y por su marcado acento irlandés.

—Sabes que no puedes beber de esta forma, ¡te puedes matar, Harry por Dios! ¿quieres que te entierre una aguja frente a todo el mundo mientras te revuelcas en el suelo por borracho? —¿Qué? —. Ni siquiera puedes contestar, esto es bajo hasta para ti y no lo niegues.

Quiero seguir escuchando sin que me vea, pero corro una silla con el pie sin querer y Niall se da la vuelta.

—Emma, gracias por venir. Enserio te necesitaba.

Se acerca a mí y me toma del brazo llevándome hacia Harry, que esta tirado sobre el bar con un vaso medio lleno en una mano y la otra afirmando su cabeza. Se ve fatal. No, no, fatal es poco... ¡se ve horrible! Me da hasta un poco de pena.

Se me queda mirando con ojos brillosos y luego a Niall, molesto.

—¿Qué hace ella aquí? —apenas se le entiende.

—Creo que llamaste a la persona equivocada —recuerdo todo lo que ese chico con un casi coma etílico me dijo anteriormente y las ganas de vomitar me vuelven.

—No —me toma del brazo y me susurra al oído—. Ha estado hablando de ti todo el rato y dijo que no se iría hasta que te viera —frunzo el ceño y veo como se echa el alcohol casi a la fuerza a la boca, luego vuelvo a mirar a Niall.

—Yo no lo veo así.

—Emma, te lo juro, no deja de llamarse idiota y hablar de que no debió decir algo sobre tu hermano solo porque estaba celoso o algo así. No entendí ni la mitad de las cosas que me dijo, pero que quería verte es un hecho.

FAULT [H.S.] MATUREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora