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No está en el gimnasio, ni en su oficina, ni en ninguno de los lugares que concurre. En unos minutos Daniel me estará esperando afuera de la cafetería y sigo esposada a Harry.

—No está, ¿podemos dejar de caminar, aunque sea cinco minutos? Me arden los pies —no me detengo, pero estoy obligada a detenerme cuando se sienta a mitad del pasillo y provoca que tropiece.

Me observa con una sonrisa mostrando todos sus dientes de manera burlona mientras lo fulmino con la mirada.

—Tengo que ir a ver a Daniel.

—Que espere, estoy cansado y hoy tengo practica —se acuesta en la helada baldosa y me obliga a sentarme junto a él.

Me cruzo de brazos (lo que puedo) amurrada por su actitud.

—Hablas todo el tiempo de prácticas, juegos y en ningún momento has mencionado que haces —se apoya en ambos de sus codos y se rasca la barbilla.

—Cojo —mis ceño fruncido lo atraviesa y arma una barrera con sus brazos como defensa mientras se ríe—. Es broma, es broma... juego fútbol, soccer, ese juego donde corres tras una pelota y la pateas —pongo los ojos en blanco y ríe una vez más, esta vez echando la cabeza para atrás. Este idiota ama molestarme.

—Que desagradable.

—Estoy jugando, no seas malhumorada —aprieta mi mandíbula provocando que mis labios formen una O y exhalo una risa cuando le quito la mano—. Así está mejor.

Me la sostiene, tal como a mi mirada, y no la suelta hasta que un grupo de sus amigos se acerca y lo saludan.

—¡Hey, Harry! ¿no vienes? Ya casi es hora —¿hora para qué?

Se pone de pie y pareciera que no estoy ahí cuando lo hace.

—Lo haría, pero estoy castigado.

—¿Cuándo ha sido eso un impedimento? —eleva las esposas y asienten—. Ah... entonces tráela, nos vendría bien una más.

Se me queda mirando unos segundos, ha cambiado la cara totalmente y hace una mueca mientras me analiza. Luego niega con la cabeza y no puedo estar más confundida.

—No. No serviría. Es... de las que le temen al "cavar profundo"—sus amigos estallan en risas y, aunque no se a que se ha referido, me siento ofendida.

—Para la otra será.

Los idiotas de sus amigos se marchan y cuando me da la cara no puedo sentirme más asqueada.

—Eres un puerco.

Ni una mínima expresión se dibuja en su cara y respira profundo al momento que quiebra el contacto con mis ojos y los desvía a sus pies.

—No es para tanto, era mejor así —apenas lo escucho cuando balbucea aquellas palabras—. Vamos por tu novio.

—No es mi novio.

No me muevo del lugar aun cuando él se pone en marcha. Mira para todos lados y, cuando ve que no hay nadie, se voltea a mí. No dice nada.

—¿Es que eres siempre así? Primero me escupes a la cara que lo que buscas no es una relación para después sacar ventaja del mínimo instante de vulnerabilidad que tengo para aprovecharte de mí. Me haces sentir cosas que nunca nadie hizo y que jamás permití que me hicieran, fuiste un romántico para luego despacharme como una basura.

No estaba molesta, estaba enojada. Cada vez me sentía más tonta por dejarme caer en las redes de Styles.

Frunce el ceño y exhala bruscamente. Sus gestos me hacen rabiar y se aleja de mí.

—¿Romántico? Es que tienes un concepto tan equivocado de lo que soy. Emma, no soy el hombre que te gustaría. No busco nada serio, no porque te hayas corrido entre mis dedos significa que somos algo.

Respiro profundo y esta vez, genuinamente, me siento asqueada.

—¡Eres un puerco! No, eres algo peor... ¡estas enfermo Styles! Si tanto piensas eso, deja de meterte en mi vida, ¡déjame en paz! ¡eres un inconsecuente de mierda! No soy tu juguete, entiéndelo. ¡No soy como las demás que les gusta jugar de zorras para llamar la atención! ¡Ve a jugar con ellas y a mi déjame sola!

—No es culpa mía que seas una ingenua que no sabe diferenciar desesperación por interés.

—¡Es que no puedo creerlo!

—Lástima, porque hablo enserio. Tengo que recalcártelo en la cara cada vez que nos vemos porque eres demasiado inocente para afrontar la realidad. Estamos atados, esposados literalmente y estaba caliente, eras con lo único que me podía entretener.

Mi mano se traslada hasta su cara, pero es frenada por su cauteloso agarre. Frunce los labios y tengo tanta rabia, que mis ojos están secos de furia. Ni una lagrima esta por caer y ninguna se siente digna de hacerlo.

—Te odio... nunca había odiado a alguien, pero a ti realmente te odio. ¡Eres un cerdo asqueroso! —lo empujo con todas mis fuerzas y por culpa de la estúpida cadena que nos une mi cuerpo choca contra el de él y sus fuertes manos me afirman antes de caer de espaldas.

Como sea me deshago de su agarre, pero me vuelve a tomar.

—No me odias ni un poco y por eso te descontrolas —trato de soltarme, pero no lo logro y golpeo su pecho con mi puño, cosa que resulta en vano, no le ha hecho ni cosquillas.

—¡Ja! ¿Quieres bajar un poco de las nubes Styles? ¡Ya es suficiente! Ya me has usado, ya has jugado conmigo, ¿qué quieres de mí? —me suelta y clava la mirada al suelo—. No soy la niña ingenua que crees, no te pienso llorar ni un poco porque no somos NADA y lo tengo claro, para mi fuiste exactamente lo que yo para ti, ¡un juego! Y alégrate de que sea más de la mitad de lo decente que eres tú, si no, creería todo lo que me estás diciendo y hasta pensaría que lo que me contaste anoche es mentira. No diré ni una palabra por respeto a lo que soy, aunque no debería ni tenerlo por cómo eres conmigo, quizás hasta vaya y le diga a todo el mundo que pasa por tu cabeza.

No sé porque he dicho todo eso, jamás diría una palabra, pero estoy tan enojada y dolida que quiero que por una vez sienta lo que yo en su piel.

Su cabeza tiembla de lo enojado que está, me toma de la mano y, a pesar de que me niego, me arrastra hasta la oficina del Sr Payne. Irrumpe en ella como quien por su casa y abre el primer cajón del escritorio. Con fuerza lo cierra y en sus manos sostiene una llave, con la que abre el seguro de las esposas y somos libres el uno del otro.

Cuando termina tira la llave a lo lejos con furia y patea el escritorio, pasa a mi lado sin mirarme la cara y se va. Cierra la puerta de un portazo y me sobresalto.

Pudimos haber podido separarnos hace horas, él sabía dónde estaba la llave y tenía fácil acceso a ella, sin embargo, no la buscó y se quedó conmigo todo este tiempo.

Me apoyo en el escritorio y estoy sumamente agitada, paso mis manos por mi cabello revuelto por el escándalo y lo acomodo como se me es posible detrás de mis orejas.

Aun no proceso por completo lo que ha pasado y no entiendo porque sus crueles palabras si después decide reaccionar de esta manera. Harry me tiene loca y lo peor de todo es que tiene razón. No lo odio.

FAULT [H.S.] MATUREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora