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—¡¿Qué mierda?!

Mandy sale corriendo de la habitación como una gallina y no la alcanza a detener, yo me quedo estancada ante su presencia y me fijo en como examina cada desastre en su habitación.

Tengo menos de dos segundos para pensar mi siguiente movimiento y salir de una buena vez de aquí, pero me está obstruyendo el paso y actúo casi por inercia. Tomo la lata de crema de afeitar y, cuando intento rosearle la cara con espuma, me la quita de un manotazo y toma mis muñecas, acorralándome con los brazos en alto junto a la gran mancha en la pared.

Su respiración es sumamente agitada y el color de sus mejillas es de un rojo intenso. Está enojado, furioso y sostengo su mirada, tratando de ocultar lo nerviosa que estoy. Mira hacia la pared nuevamente y se muerde los labios, agachando la cabeza, agotado, para luego levantarla y chasquear la lengua, rozando la punta de su nariz con la suya.

—¿No?

Su voz es apenas audible por lo agitada de mi respiración. No entiendo a qué se refiere e intento soltarme de su agarre, pero me afirma con más fuerza y se acerca tanto a mí, que mi pecho choca contra el suyo debido a las enormes bocanadas de aires que me obliga a tomar. De un momento a otro, veo como sus ojos se clavan en los míos y una sonrisa torcida se asoma entre sus labios. No sé qué es lo que me acalora tanto en este momento, o si la situación en que me encuentro o el hecho de que vuelva a estar tan cerca de mí.

Finalmente, entiendo a qué se refiere y, en un rápido acto de valentía, afirmo sus dudas.

—No.

Me sostiene la mirada unos segundos más y cuando ríe resopla por su nariz.

—Bien.

No dice nada más y me deja ir. Recoge sus llaves del suelo y adentra su colchón por completo, de un solo tirón. Me da la espalda y sale de la habitación, mientras yo me quedo pasmada, aun con el cuerpo pegado a la pared, sin entender esos extraños arranques de rabieta que le dan, que involucran que mi cuerpo este a pocos centímetros del suyo.

Cuando despierto del trance al que he sucumbido, me encamino con las piernas temblorosas hacia el cuarto de Amanda.

¡Dios mío! ¿le has visto la cara? Te va a matar —dice cuando abre la puerta y me adentra a su habitación.

Está furioso, pero creo que ha captado el mensaje —sigo pensando en su reacción, en que no me gritó ni dijo más que un par de monosílabos.

¡Seguro! Espero no hayas puesto en marcha una guerra sin fin con Harry —me tumbo en su cama, distraída de todo el asunto.

Espero que no, ya no quiero dar más pelea —se tumba a mi lado y me queda mirando, así que continuo para cambiar el tema—. ¿Qué harás el fin de semana?

Tenía pensado ir a la fiesta de cumpleaños de Matty, ¿vas?

¿Otra fiesta más? ¿Qué no les basta con la que tuvieron la semana pasada?

¿Esta de cumpleaños? No sé, voy muy atrasada con mi trabajo de Shakes...

Tienes la semana entera para hacerlo, vamos. Le prometí a Christina que iríamos. Lo más probable es que te mencione sobre la fiesta luego, pero espero que sea un sí de tu parte —no sé en qué momento le han comenzado a gustar tanto este tipo de cosas.

Divago en mi mente unos segundos, la última y primera vez que fui a una fiesta aquí, al final fue terrible.

De todas formas, ver el entusiasmo de Mandy me hacen querer salir e intentar una vez más esto de las fiestas en la academia. Es el cumpleaños de Matty, no creo que me tope con nadie desagradable, no creo que se junte con gente así... como él.

FAULT [H.S.] MATUREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora