FAULT [H.S.] MATURE

11

El juego sigue, pero me separo de Daniel al instante que noto que Harry se ha ido. Miro hacia donde estaba sentando antes y luego vuelvo la vista hacia Daniel, que sonríe enrojecido y algo incómodo, al igual que yo.

Estoy distraída, me he sentido bien al besar a Daniel, pero una parte de mí se pregunta cómo hubiera sido besar a Harry en su lugar. No sé siquiera porque me lo pregunto. Odio a ese tipo, lo detesto a morir, pero hay algo en él que me pide a gritos estar pendiente de lo que hace.

La botella cae en varias personas más y sigo distraída al ver que no vuelve. Taylor esta igual que yo y le susurra a Hailee algo en el oído. Cuando se separa, ambas miran por encima de sus hombros, me imagino que para buscarlo, y parecen no tener ni el más mínimo rastro de él.

Dejo de fijarme en lo que hacen cuando el mareo que antes sentía se incrementa y un intenso dolor de estómago cubre toda mi zona abdominal. Ya no puedo estar un segundo más en esta jaula de alcohol y tabaco, necesito aire fresco y un vaso de agua con urgencia.

Me excuso con Christina y cuando preguntan porque me voy, ella contesta por mí. Soy libre de marcharme en paz hacia el baño... si es que logro encontrarlo.

Camino con algo de dificultad, chocando con cientos de personas y tropezándome con algunos pies. La fiesta, que en un principio llenaba una habitación, se extendió por el piso entero, con todas las habitaciones con sus puertas abiertas, dando paso libre a ellas, ya repletas de gente e imposible de evacuar.

Me arrepiento de usar tacones en estos momentos, me mantengo menos estable con ellos, pero no quiero quitármelos, puedo encontrarme con cualquier cosa en el piso y no quiero que una de las chicas entorpecidas por el alcohol, como yo, me clave uno de sus tacos agujas en el pie... o peor, pisar algo desagradable y no poder quitármelo hasta que me vaya de la torre.

Camino lo que me parecen horas y cada puerta a la que me asomo me lleva a una orgia o a un montón de borrachos vomitando. Estoy a punto de rendirme, pero realmente necesito un baño, así que, en orden de seguir mi camino, decido descansar el cuerpo unos segundos hasta sentirme mejor. Encuentro un hueco de pared vacía y me recargo en el frío muro, apoyando mi cabeza, cerrando los ojos y tomando un gran respiro, cosa que casi me hace vomitar gracias al espacio contaminado por el humo de los cigarrillos. Sumando que la música está horriblemente fuerte y los imparables fiesteros gritan como barracos, se me es imposible relajarme, me revientan la cabeza.

Comienzo a recuperar más control sobre mi cuerpo y me limpio el sudor que se forma en mi frente con el dorso de mi mano. Después de casi quedarme dormida apoyada en esa pared, decido seguir con mi viaje hacia el baño, pero cuando abro los ojos hago un tremendo esfuerzo por no gritar. Harry esta junto a mí con ambas manos en el bolsillo, me mira y, cuando nota que también lo veo, gira su cuerpo a mi dirección y apoya un brazo en la muralla.

—Te ves horrible —el desagrado que le transmito debería ser suficiente como para que me deje en paz—. No te enojes, es que estás muy borracha, peor que la primera vez que te vi así.

—¿Y eso a ti te importa? —contesto fastidiada y, justo cuando lo hago, me da hipo. La bilis amenaza con salir y me quedo estática como piedra.

—¿Estas bien? —apoya sus manos en mis hombros y se pone delante de mí. Su voz es suave, no como las otras veces que me ha hablado, y su tacto es cálido, reconfortante.

Asiento con cuidado y luego echo la cabeza hacia delante, agotada y harta de que todo me dé vueltas. Intento concentrarme en un punto fijo y me topo con sus ojos, quedando atrapada en ellos una vez más. Nunca me había sentido tan atraída a unos ojos antes.