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Emma

Nunca imaginé que Matty nos llevaría a comer un bizcocho de chocolate que prepararon para cantarme a mitad del festival. Estaba más pendiente de los chicos bañándome en latas de cerveza que en del escenario, así que no tenía ni idea de quien estaba cantando en estos momentos. Todos me abrazaron, hasta personas que no tenía idea quienes eran, y a partir de ese momento no paré de bailar en todo el día.

Tuve mi pequeño momento en el que bebí un poco (mucho) y descargué toda la rabia y toda mi pena bailando, saltando, gritando y cantando. Estaba empapada en sudor y alcohol, pero no podía sentirme mejor.

Había pasado tan rápido el tiempo y aun quedaba tanto por disfrutar, pero estaba agotadísima. Así que me propuse ir a descansar una vez terminara la función de Lana del Rey, que ya estaba por empezar.

—¿Qué tal preciosa? —siento como unas manos rodean mi cintura y un chico alto y fornido, de ojos inyectados en sangre y cabello oscuro me apega a su cuerpo—. ¿Bailemos?

—No, gracias. Estoy bien —intento no prestarle atención y me vuelvo a voltear, pero insiste cambiando su coquetería por brusquedad.

—Estás sola, yo estoy solo... estarás mejor conmigo, nena.

Me acerca a él invadiendo mis caderas con sus manos traposas, golpeando mi cola con ellas y amenazando con seguir camino abajo. Intento correrme, pero me aprieta a él y uso mis brazos como barrera apoyándolos sobre su pecho para conservar mi espacio cuadrado.

—¡Dije que no! Baila con otra chica.

—Quiero bailar contigo. No aguanto un segundo más sin poder tocar ese cuerpecito —acerca su fétida boca a mi cuello al mismo tiempo que acaricia mi cintura tratando de introducir sus manos bajo mi camiseta, por lo que intento gritar y empujarlo, pero el tipo es enorme y se me es imposible correrlo.

Me quejo al contacto de sus labios con mi piel, pero una fría briza remplaza su huella cuando es golpeado por sorpresa en la quijada. Me separo con el corazón en la garganta y cuando el sujeto cae al suelo, me doy cuenta que mi salvador es nada más y nada menos que Harry. Perfecto.

Me quedo paralizada. Más que un golpe para el chico, ha sido un golpe para mí. Veo como sacude su mano con la que lo ha golpeado y se la soba para aliviar el dolor. Se da la vuelta y, por desgracia, sus ojos están iguales o peor de rojos que los del tipo que ha tumbado.

—¿Estás bien?

No alcanzo a contestar porque un tipo lo golpea sin previo aviso en la cara, tirándolo al suelo al igual que su rival anterior. Ahogo un grito e intento interponerme, pero Harry me lo impide cuando golpea de vuelta al hombre que lo tumbó. Este era un pelirrojo mucho más delgado que el necesitado asqueroso anterior. Se reincorpora al instante y golpea a Harry en el estómago hasta que Harry vuelve a defenderse y le tunda un puñete en la nariz que hace que el tipo lo suelte y esté de nuevo por caer. Menos mal Harry sabe más de peleas de lo que pienso, sino, con el primer golpe hubiera quedado inconsciente en el suelo. A pesar de eso, no se le hace fácil. El pelirrojo es duro y le devuelve el golpe en la nariz, pero Harry es más hábil y antes de que pueda abalanzarse otra vez sobre él, lo toma del cuello por la espalda, le da una patada en la corva y luego lo noquea con un último puñetazo en la cara, dejándolo tumbado a un costado del que supongo es su amigo. Me fijo en Harry, pareciera que aun quiere seguir peleando y, antes de que pueda darle una patada a uno de los dos, lo afirmo de los brazos y lo hago retroceder.

No soy consecuente con lo que hago. Sentir que sería tocarlo de nuevo, sentir su olor, aunque esté camuflado por un montón de licor fermentado, me estremece. Veo su rostro, dañado a costas de defenderme; su labio sangra, al igual que su nariz. No sé cómo termina metiéndose siempre en problemas, aunque esta vez agradezco que lo haya hecho.

FAULT [H.S.] MATUREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora