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No puedo creer que haya accedido a esto. Nos subimos al juego y me siento entre Harry y el puerco gigante. No tengo idea de cómo ha convencido a los cuidadores de que dejaran que el peluche usara uno de los asientos, pero su acto me ha causa ternura.

—¿Lista? —pregunta más entusiasmado que nunca, ya asegurados al asiento.

Mis oportunidades de huir se acaban de reducir a cero.

—Para nada —digo tragando saliva o vomitaré apenas esta cosa nos suelte.

El juego parte y comenzamos a subir.

—Bueno, no hay vuelta atrás NoNoi.

Aprieto su mano con toda la fuerza que el pánico me permite, él no se queja y aprieta la mía en respuesta. Tengo el corazón revolucionado a mil por hora y tengo unas ganas enormes de gritar para que me bajen de este monstruo.

Me doy vuelta y veo a Harry sumamente tranquilo mientras sube en el juego. Luego miro hacia mi otro costado y el puerco gigante se luce con una maldita sonrisa, veo lo lejos que mis pies están del suelo y es en ese mismo instante en el que siento que todos se burlan de mí y que jamás debí subirme a esta cosa en cambio de la estúpida oferta de Harry. Ni siquiera sé que pedirle, pero una cosa si se... voy a morir.

Nos quedamos unos cien minutos arriba. Cada vez que mi corazón se aceleraba, esperando ansiosa por que nos soltaran, apretaba más la mano de Harry, quien observaba atentamente el paisaje. Yo ni eso podía de lo nerviosa que estaba.

No me soltó en ningún momento, ni siquiera cuando ya las sentía sudadas. Ese simple gesto me mantuvo tan distraída que, para cuando el juego nos dejó caer, el corazón casi se me salió y el grito que tenía preparado para los últimos minutos de mi vida, se silenció. Tanto fue el susto que sentí que mi voz desapareció y, apenas la recuperé, mis gritos de terror se mezclaron con los de felicidad de Harry.

Subíamos y bajábamos y las náuseas se apoderaban de mí en el proceso. Veía a Harry y como sostenía su gorro, con una enorme sonrisa, apretando sus ojos mientras reía con fuerza. Veía al puerco y como se movían sus felpudas orejas, como posaba tranquilo con una sonrisa cocida en la cara.

Las lágrimas no alcanzaban a rodar por mis mejillas y se corrían de mi rostro por la simple velocidad del subir y bajar. Una vez terminado el juego y ya tocando tierra, como pude me deshice del cinturón de seguridad y salí corriendo de allí. Tenía el corazón como furia y sentía que el aire se había escapado de mis pulmones.

—Emma —escucho a Harry aproximarse a mí, deja al peluche en el suelo y trata de detener mis pasos—. Emma cálmate —su voz es firme, pero para nada violenta.

—¿Por qué me hiciste hacer eso? ¡¿Por qué?! Harry ¡Odio las alturas! Casi muero allí arriba —mi pecho subía y bajaba desesperadamente, aún sin poder llegar a un estado normal.

—Perdón, no pensé que era para tanto. No te pondría nunca en pelig... —el grito de histeria me sale del alma, justo en el momento que intenta calmarme, tomando mis brazos con sus manos, pero lo aparto rápidamente en un ataque de pánico.

—¡Un maldito favor no vale la pena por lo que tuve que pasar! ¿cómo fui tan tonta? ¡casi me da un infarto en ese estúpido juego y tú no lo entiendes!

Sigue tratando de acercarse a mí y lo empujo sin si quiera saber porque, quizás porque siento que cada vez que se acerca me quita un poco de aire y me ahogo.

—Relájate, por favor.

—¡Nunca más te hare caso en algo!

—Emma...

FAULT [H.S.] MATUREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora