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Apenas pudimos oír aquel grito con las orejeras puestas, pero la simple presencia del sujeto fue suficiente para quebrar el romántico momento que tenía con Harry y reemplazarlo por una persecución.

Salimos corriendo del lugar, su mano entrelazada con la mía me ayudaba a seguirle el ritmo de sus enormes piernas saltando de tres los escalones. Bajamos en menos minutos de los que subimos, sin parar, y menos mal el guardia no era muy bueno con sus pies, porque no coordinaba tan bien como nosotros para descender por las escaleras de par en par.

Fue tanta la prisa con la que nos fuimos que cuando llegamos a la oficina de Max el guardia estaba varios pisos por detrás de nosotros. Nuevamente no me pude presentar al amigo (si se le puede decir así) de Harry, porque intercambiaron sus cosas a la velocidad de la luz y volvió a tomarme la mano para huir.

Más abajo nos escabullimos por entre un montón de gente reunida allí y ambos aprovechamos el momento para mirar por nuestras espaldas para verificar que el guardia no nos alcanzara. Alcanzamos a salir, pero nos sorprendió justo cuando Harry ponía en marcha la moto. Gracias a Dios arrancó antes de que el pobre hombre nos atrapara, estuvo a meros centímetros de hacerlo, pero Harry fue más rápido y salió hecho una bala. Espero que esto no traiga consecuencias a ninguno de los dos.

Cuando ya estuvimos lejos del palacio, un ataque de risa se apoderó de mí. Reía como si nadie fuera capaz de escucharme, tratando de apaciguar el sonido apoyándome en la ancha espalda de Harry. Lo abrazaba con fuerza de su cintura y me sentía tan cómoda que perfectamente me hubiera quedado horas descansando sobre su trabajado cuerpo, oliendo su rico perfume.

Minutos después, Harry detuvo la moto frente a una heladería. Se bajó y me ayudó a hacer lo mismo, para luego entrelazar sus dedos con los míos y guiarme dentro del local.

—Eso estuvo cerca —dice en el momento que busca una mesa vacía y me lleva para sentarnos—. Qué bueno que el guardia tenía dos pies izquierdos, sino tú y yo ahora mismo estaríamos en la cárcel.

Empalidezco por la simple idea y ríe con ganas. Lo golpeo con suavidad en el brazo, pero no puedo evitarlo y lo abrazo del mismo.

Me imaginé que en el momento en que llegáramos a la mesa me ofrecería el asiento antes de tomar el suyo, aunque no me espero mucho de Harry y, como lo había pensado, no hace nada. Simplemente se sienta y omito la falta de caballería del que ya me ha acostumbrado.

—Ni en broma. La cárcel me costaría caro, literalmente, y me expulsarían y deportarían... ¡es más difícil para mí que para ti!

Ambos de sus marcados hoyuelos disturban con la estabilidad de mis rodillas y su amplia sonrisa, aun cuando rodea los ojos, le provoca saltos a la fierecilla en mi corazón.

—No te hubiera pasado nada. Estabas conmigo, imposible que nos atraparan.

—¿Algún día bajaras de las nubes y te darás cuenta de que puedes fallar como cualquier otra persona normal? —lo piensa unos segundos, luego me observa fijamente y niega con la cabeza al mismo tiempo que levanta una pequeña carta con variadas copas de helado y me guiña el ojo con picardía—. Eres increíble.

—Gracias.

—No te estaba halagando... pero en serio lo eres.

Mi voz es más cariñosa de lo que pretendo, pero no puedo evitar que este hombre me provoque mil emociones en el estómago y se me antoje más que cualquier copa de helado.

Levita un poco de su asiento y se acerca a mí, no hay nada más que ternura en sus ojos, acaricia mi mejilla y está a punto de besarme, cuando llega una mesera.

FAULT [H.S.] MATUREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora