Capítulo|36:

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Alana

Después de una larga semana, bastante larga más bien, finalmente ya era sábado y tenía planeado ir a ver la obra con mis hermanos cada vez falta menos y menos para que esté listo el albergue aproximadamente un mes y medio. Estuve conociendo un poco de los niños que estarán siendo llevados y realmente son historias conmovedoras y cosas difíciles, duras por las que han pasado apenas a su corta edad, el corazón se hace añicos cuando te cuentan él porque serán trasladados. No me arrepiento de darles una oportunidad más a cada uno de ellos que llegaron aquí al mundo sin saber que sus vidas serían así.

—¿Terminaste con los contratos? —Martijn preguntó apareciéndose en frente mio.

—Si, solo falta imprimirlos. —asintió y fue a sentarse a su sillón, está muy raro desde el sábado, el domingo no lo pasamos juntos y apenas nos hemos visto en esta semana, para ocupado pero no sé en que anda metido porque no tenemos mucho trabajo últimamente pero confió en el y sé que después estaremos mejor aunque a veces pienso en una y mil razones de porque está así y todas me llevan a la conclusión,Molly.

Empecé a imprimir los papeles y recibí una llamada de una trabajadora social.

''Hola Mim''

—Alana, ¿cómo estás? —saludó.

''Todo bien, ¿tú? ¿en qué te puedo ayudar?'' pregunté.

—Okay mira, pasó algo hoy en la mañana, tenemos un orfanato en el norte de la ciudad pero es para niños mayores de 5 años hacia arriba y nos han llamado para que vayamos a buscar a una bebé que fue abandonada justo en la puerta, por ahora no hay donde la llevemos porque los orfanatos de Seattle están casi llenos y además no cuentan con servicios para bebes, llamamos a todos los albergues y casas de adopción para ver si hay espacio pero no hay donde dejarla. Quería saber si puedes venir a la oficina para que busquemos alguna solución o algo. —respondió.

''No te preocupes, vamos a solucionarlo voy para allá'. Colgué y termine de hacer estos contratos.

—Amor, aquí está todo ya no hay más por hacer, debo irme¿ okay? —mire a Martijn.

—¿Sucedió algo? —preguntó.

—Te cuento luego, debo ir rápido. —bese su frente y salí de la oficina corriendo.

—Te veo luego. —Ian apareció afuera y frené seco en el ascensor.

—Hola. —salude.

—¿Qué tal Alana? —levantó sus cejas, se abrieron las puertas del ascensor y entramos juntos, maldición.

—¿Y cómo estas? —pregunte cortando el incómodo silencio.

—Mejor que nunca, ¿tú? Te veo bien, al parecer perdonaste a mi primo. —hizo una mueca, ¿qué? ¿Perdonar?

—No entiendo, ¿por qué debería perdonarlo? —me miró asombrado.

—¿No lo sabes? Creo que no soy el indicado para decírtelo, lamento mucho eso, olvida lo que te dije. —negó.

—¿Sabes algo que yo no sé? —lo miré fijamente.

—Todos saben menos tú, pero mejor no digo nada que te lo diga el si tiene valor. —las puertas del ascensor se abrieron y salimos a la par. —Que tengas un hermoso y bello día muñeca.

—Adiós...—susurré, acaso ese 'Algo' es el motivo de porque ha estado así toda la semana, voy hablar seriamente con el después de que resuelva este asunto.

Subí a mi auto y me fui directo a la oficina.

—Voy a pasar a la oficina de Miriam. —le dije a la secretaria, asintió y fui hasta la puerta toqué dos veces y se escuchó un pase.

Change me:: mgDonde viven las historias. Descúbrelo ahora