Malé

727 65 10
                                    

El piloto consigue aterrizar en pista de la manera más suave que puede y bajamos del avión un poco descolocados. El sol me hace sentir un poco rara después de tantas horas de vuelo. Brendon se ha quitado el gorro que llevaba y lo usa como abanico. Hace mucho calor, como un calor húmedo, que me recuerda a los veranos insoportables en Barcelona, de mucho sudar y poco dormir. De días calurosos bajo el sol y el paisaje de la ciudad entre la montaña y el mar. 

Nos reciben en pista con un coche negro y entro en el asiento trasero con la cabeza embotada. Me cierran la puerta y Brendon pasa por el otro lado. Se acomoda en los asientos de cuero y tal y como cierran su puerta, oigo el sonido del maletero y el coche arranca.  

Pasamos por una carretera y veo por la ventanilla como pasan las palmeras. 

-Parece California con tanta palmera- comenta Brendon esbozando una media sonrisa, distraído mirando por su ventanilla. 

-Y el calor es de Barcelona, te lo aseguro-respondo, con seguridad.

Me hundo en mi asiento que empieza a ser un poco incómodo, siento que lo que necesito es una cama. Brendon me coge la mano y me estira el brazo. Empieza a pasar las uñas por el reverso de mi antebrazo en una leve caricia y yo cierro los ojos.

Los vuelvo a abrir al cabo de un rato, más relajada y oyendo el ruido de las ruedas del coche pasando por encima de lo que parecen unas tablas de madera. Echo la mirada hacia mi novio, que me mira, sonriéndome. 

Me remuevo un poco sin dejar de mirarle.

-¿Qué cariño? ¿Otra siesta?

-No, no me he dormido esta vez- gimo y me estiro. 

El coche se detiene y el chófer me abre primero la puerta a mí y luego a Brendon. Por tener la ventanilla del lado del sol mis ojos no sufren tanto al salir, pero me quedo con la boca abierta. Estamos en una pasarela que llega hasta buena parte del mar, de un color turquesa claro. Al fondo, se puede ver una casita gris con el tejado negro.  Está comunicada con otras casas a través de una pasarela similar a la que estamos. 

El chófer descarga el coche y se va. Sigo admirando mi alrededor, alucinada. Esto es el paraíso. 

Noto que el brazo tatuado de Brendon me rodea los hombros y me da un beso en la sien. Sonrío. 

-¿Vamos?-propongo, necesito ponerme un bikini y sumergirme en esta maravilla turquesa. 

Brendon me quita el brazo de encima y coge su maleta.

-Tú primera- concede con una señal que indica que las damas primero- es la casa que está más lejos, recto al fondo. 

Le tiro una sonrisa cómplice, cojo mi maleta y la arrastro por la pasarela, las ruedas hacen un ruido bastante fuerte pero sólo pienso en llegar a la casa del fondo. 

Llego a la puerta negra con el número de casa en dorado y me giro hacia mi novio. No tengo la llave. 

-Vamos, está abierto-me ordena al llegar detrás mío. 

Bajo el pomo de la puerta y empujo un poco. Entro y veo que la habitación es toda de color blanco, hay una pequeña cocina a un lado, una mesa pequeña para comer, dos sillas blancas y una cama grande de matrimonio en el otro, con sábanas blancas y cojines azul turquesa, "a conjunto con el paisaje" pienso. Justo a los pies de la cama hay una ventana abierta y una leve brisa empuja las cortinas de color blanco. 

De la sorpresa me he quedado con la boca abierta y dejo la maleta en medio del pasillo, andando hasta el fondo de la pequeña casita, a una puerta transparente con rebordes blancos que está abierta. 

Salgo y no puedo creer lo que estoy viendo: la parte trasera de la casa es todavía más grande que el interior.  Tiene un suelo de madera oscuro y una escalerilla que da directamente al mar. A los lados, tiene una hamaca de rejilla puesta al nivel del suelo, que sería como estirarse justo encima del mar y al otro lado una pequeña piscina blanca desde la que se puede ver el paisaje mientras se toma un baño. 

Oigo los pasos de Brendon detrás mío y me giro. 

-En serio amor...-titubeo- es demasiado.... ¡me encanta! 

Corro a abrazarle.

-Nos lo merecemos...¿no crees? Bienvenida a nuestra casita los próximos 14 días. 

-mmm. Pero no me sueltes ahora.-le pido y él me abraza más fuerte. 

Claro que nos lo merecemos, pienso para mis adentros, sobretodo descansar y no recibir más notas. Al pensar esto último me viene un pinchazo, decidí que no le daría importancia y que mejor que no piense en Londres durante las vacaciones. 

Estamos un minuto abrazados y oigo como Brendon bosteza. Me separo un poco de él y lo miro.

-¿El jet lag?-pregunto y él asiente.

-Será mejor que me estire un rato. No más de una hora, sino no podré dormir cuando sea de noche..y no te dejaré dormir- dice moviendo las cejas. 

Hago una risa nerviosa y se mete dentro de la casita. 

Me tomo un momento para contemplar el horizonte y respirar hondo. Sitio perfecto, clima perfecto, chico perfecto. ¿Qué más puedo pedir?

Empiezo a acalorarme y entro dentro de la casita, Brendon está estirado en la cama blanca, sin camiseta y parece que está dormido.  Abro mi maleta con el máximo silencio que puedo y saco un bikini de color rojo. Le vuelvo a mirar, parece que no se ha despertado. 

Ando de puntillas por el pasillo para buscar el baño y encuentro una puerta, la abro y veo una bañera enorme, un lavamanos con un espejo y una ducha de mampara transparente bastante grande. Contengo la respiración. Todo es todavía más perfecto. 

Me cambio en un momento pero tardo un poco más en abrocharme las tiras del bikini por detrás del cuello. Me miro un momento. A pesar de tener un tono claro medio de piel, estos meses en Londres han hecho que mi piel derive a un blanco amarillento y lechoso. Será cuestión de ponerse manos a la obra. Me miro un poco. Tengo mis pequeñas imperfecciones, una celulitis muy leve en mis muslos, tengo que fijarme para verla bien, pero sonrío. Soy real. Y Brendon me quiere por ello. 

Abro la puerta y salgo otra vez de puntillas y Brendon sigue dormido, abrazando con su brazo tatuado el que se supone que será mi cojín. Sonrío y siento que me derrito por dentro. 

Abro la tapa de mi maleta en silencio y saco dos cosas importantes, mi cámara y uno de los muchos libros que he decidido llevarme para las horas de relax. Después de unos cuantos segundos encuentro el que se me antoja: El Príncipe de Maquiavelo. 

Salgo con las dos cosas en la mano y cierro la puerta de la parte trasera detrás mío sigilosamente. Dejo la cámara en un sofá y decido que disfrutaré de mi libro acostada en la hamaca. 

Cuando me estiro noto la red de la hamaca que se clava un poco en mi espalda, pero encuentro la posición perfecta. 

El libro consigue engancharme hasta tal punto que no me doy cuenta que se está poniendo el sol. Giro la cabeza hacia la derecha, deben haber pasado un par de horas desde que me he puesto a leer. Miro la luz naranja que me llega del sol poniéndose pensando en ir a buscar la cámara.

Pero oigo el sonido del obturador sacando fotos. Me giro y es Brendon, sin camiseta y despeinado, descalzo y sólo con sus vaqueros que me está fotografiando. 

-Qué quieres cariño, las vistas sólo mejoran si estás tú en ellas- me dice sonriendo y se agacha para besarme. 

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

¡Por fin capítulo nuevo! Hace una semana que lo tenía pero como Wattpad no paraba de caer no he podido publicarlo. ¡Qué tortura! Enfin... ¡Feliz año nuevo! 

Victorious (Brendon Urie y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora