One of a kind

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 Observo un poco por todas partes y acabo mirando a Brendon, que me mira, sonriente y escrutando que cara pongo a cada detalle. 

-No...sé...-titubeo, llorosa. Esto es mucho más de lo que me hubiera esperado.  

Noto una lágrima que me va cayendo discretamente y la presiono con un dedo, para que no se vea. Brendon sonríe, me pone la mano por detrás de la cabeza par atraerme hacia él y me besa. 

Sus labios están muy suaves y con una mano le acaricio la mandíbula mientras le beso.

-Vas muy guapa- susurra separándose.

-Gracias- consigo decir- por todo. 

Brendon sacude la cabeza. Se acaba de separar de mí y avanza un poco.

-Vamos.-me ordena.

Subimos  unas escaleras de piedra sin barandilla. Parecen unas escaleras salidas de la naturaleza, rodeadas de plantas, como si éstas le hubieran hecho sitio para que pasásemos nosotros. 

Después de una subida de muchos peldaños llegamos a una casa de cristal enorme de dos pisos. Consigo ver que la parte de arriba tiene balcón, pero hay algo que me extraña: no parece haber nadie más que nosotros dos. 

-Beebo, ¿estamos solos?

-Sí.-contesta rápido- es parte del encanto del concepto de "isla privada"-dice haciendo comillas con los dedos.

Me sonrojo al oír que estamos solos en una isla tan grande. La de cosas que se pueden hacer. Me cede el paso para entrar en la puerta de cristal. Definitivamente, es una mansión. Él me indica que tenemos que subir arriba y le sigo por unas escaleras negras de caracol bastante modernas.  

Protejo instintivamente el objetivo de la cámara con una mano mientras subo. Llego arriba y hay una mesa de tamaño mediano con vistas totales al cielo estrellado de Maldivas. 

Aguanto la respiración asegurándome que mis retinas retengan todo lo que veo: la mesa cubierta de una mantelería fina y reconozco al momento la comida que hay junto a una vela iluminada.

-Beebo...-hago esfuerzos para no llorar de la emoción-esto es todo lo que comimos en nuestra primera cita...en mi casa...

-Segunda, si nos ponemos a discutir- ríe él- antes me habías ido a ver a un concierto. 

Asiento, es verdad. 

-Tenemos hasta mañana para estar aquí-añade- disfrutemos. 

Nos paramos junto a la mesa, mi estómago ruge. Voy a mover mi silla para sentarme pero Brendon me lo impide. 

-Pérmiteme, ya lo hago yo.- se presta, galán. Me quita la cámara y la deja en el sofá que tenemos delante, que permite disfrutar de las vistas cómodamente. 

Sonrío ante esta sorpresa que se suma a muchas en un mismo día. Me termina de acomodar y empezamos a servir el vino. 

La cena transcurre entre risas, sobre como me lo creo todo y sobre lo mal que me he sentido al pensar que pasaba de mí.  

Terminamos y recogemos rápido la mesa hacia la pequeña cocina improvisada que han puesto en otra habitación.

-No te pienses que he cocinado yo- me asegura- todo esto estaba pedido. 

-No te hubiese dado tiempo a prepararlo todo.

Volvemos al salón y me quedo parada mirando las vistas. El cielo está lleno de estrellas, no como el de Londres, que está contaminado. Se ven las luces de Malé al fondo, de una ciudad tranquila y las casitas de quien, como nosotros, ha venido a relajarse. 

Victorious (Brendon Urie y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora