Las semanas siguientes no la vi por ningún lado, la buscaba por los pasillos con la mirada y me sobresaltaba cuando encontraba su melena en otro cuerpo. Supuse que las veces que la vi por allí fueron visitas ocasionales y que ahora realmente sí debía empezar una nueva cuenta atrás de cinco años.
Aquella tarde me senté en una parte distinta del jardín, de vez en cuando necesitaba cambiar de lugar, aunque sabía cuál era mi preferido, pensaba que si siempre acudía al mismo acabaría volviéndose una costumbre y las costumbres me acababan condicionando hasta tal punto de reconocerme una maniática de bajo grado.
El sol apretaba con más fuerza en aquella parte y aunque no era muy intenso lo agradecí enormemente. Desabroché la parca que llevaba y la tiré con desprecio a mi lado, me encogí subiendo los pies sobre el banco en el que estaba sentada y me encendí un cigarro que ansiaba desde la primera hora. Opté por cerrar los ojos y disfrutar del silencio.
-¿Hoy no te sientas dónde siempre?-
Caí del cielo en el que estaba y me encontré con uno mejor justo enfrente, di un pequeño respingo sobre mí, no la escuché llegar y la sorpresa me aceleró más de lo normal. Negué con la cabeza con una sonrisa tímida que le ofrecía mi más calurosa y esperada bienvenida y se sentó a mi lado mientras me la devolvía
-No sabía que fumabas-
Miró la mano con la que sostenía el cigarro y luego levantó la vista apuntándome. También se deshizo de su chaquetón, se levantó y lo colocó junto al mío, que descansaba en la otra esquina de aquel banco y sentí que estábamos más cerca porque había decidido que nuestras ropas sí podían tocarse y mezclarse entre ellas.Sonreí sin más
Mi Cristina... hay tantas cosas que no sabes
-¿Por qué hoy aquí?-
Notaba la curiosidad en sus ojos pero más curiosidad sentía yo de saber cómo conocía cuál era mi pequeño refugio inventado
-¿Cómo sabes que siempre estoy en otra parte?
Arrugó la frente y sentí como se castigaba por el comentario, luego sonrió tranquila y me dedicó una mirada divertida
-Te veo a veces por las ventanas del despacho-
Su boca se llenó al decir aquello, y supe entonces que en ese sermón interno que se había dedicado segundos antes, ganaba como pocas veces lo había hecho, la sinceridad. Quería que supiese que me veía y me pregunté entonces desde cuándo llevaba allí y por qué nunca me buscó para saludarme. Mis ojos se abrieron y la vergüenza e ilusión se mezclaron formando el líquido que llenaba el vaso que era yo en ese instante.
No dije nada y sonreí, a ella pareció no importarle mi silencio y sacó un cigarro para encenderlo.
-¿Todo bien?-
Agarraba el cigarro y con su dedo pulgar lo hacía bailar mientras daba pequeños toques para dejar caer los pocos restos que este tenía. Mordía sus labios con una violencia mal disimulada y supe entonces que estaba nerviosa.
-Todo bien- Sentencié confusa
Me enseñó los dientes de entre su sonrisa y volvió a fijar la vista al suelo.
Miraba de reojo a los alrededores, no duraba más de dos segundos y lo hacía casi mecánicamente.
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Oficuo
Lãng mạnYa nada ansío Nada mi cabeza logra ya levantar nuevo y hermoso cuando quiero vivir pienso en la muerte y cuando quiero ver... cierro los ojos M.M.