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Los resultados restantes llegaron al día siguiente. Todo estaba bien y yo sólo necesitaba reposo para mi brazo y cuidados para mi cara. Tenía una marca enorme en el cuello de la presión del cinturón de seguridad. Una herida considerablemente profunda en la frente del estallido de los cristales y un pómulo casi que morado. No. Definitivamente no era mi mejor imagen.
Cristina se fue temprano y mis padres accedieron a mi petición de irme a casa con ellos. No preguntaron absolutamente nada y supuse que era porque ellos también lo preferían así.
Llamé a Kadu y le expliqué el accidente. Me tuvo casi que una hora al teléfono preocupado. Luego, le ofrecí a Marta como empleada el tiempo que yo no pudiese aparecer por allí. Accedió a hacerle una entrevista y quedamos ese mismo fin de semana para arreglar mis papeles y que conociese a Marta.
Llamé dos veces a Raquel y no contestó ninguna. Tenía muchas cosas mías pero eso no me importaba, sólo necesitaba escucharla y poder hablar con ella.

Cristina me llamó ese mismo día, quiso llevarme con ella y casi que no me costó mucho acceder. Mi coche estaba absolutamente destrozado así que dependía de alguien a la hora de moverme a algún sitio. Vino a buscarme cuando la tarde había pasado y cogí las pocas cosas que me quedaban en casa.
Le dije a mis padres que volvía a mi casa y no muy conformes no les costó más que acceder y ofrecerse para todo lo que necesitase.

La mano que aún me quedaba viva agarraba una pequeña maleta, la otra estaba inyesada y agarrada por un pequeño pañuelo que me había atado mi madre al cuello.
Cuando me vio se acercó corriendo y me arrancó de la mano la maleta

-¿Por qué no me has llamado para que te ayudase?- dijo mientras metía la maleta en el asiento trasero y luego me abría la puerta para sentarme

Me puse el cinturón mientras miraba como arrancaba el coche

-He pedido chino. Sé que te gusta- no apartó sus ojos de la carretera al decirlo

-No he tenido mucha hambre estos días-

Me miró entonces con ojos enfadados y me arrancó una carcajada

-No empecemos, eh- dijo fingiendo enfado

La noche nos cayó encima mientras llegamos. En el trayecto pasamos por el sitio donde mi coche perdió el control y pude ver en el arcén restos de la parte delantera y de los retrovisores.

Me senté en el sofá y me ofreció una cerveza

-¿Puedes?- dijo antes de dejar que yo la agarrase

-No estoy con antibióticos-

-Pero sí con pastillas ¿No?-

La miré divertida sin responder

-Pues para tí un refresco- dijo mientras le daba un sorbo a la cerveza y la soltaba en la mesa

Solté una carcajada que sé que escuchó mientras ponía rumbo a la cocina

Cenamos en un silencio tranquilo. El estómago se me abrió y sabía que sus ojos planeaban sobre la cantidad de comida que me llevaba a la boca. No dijo nada y cuando me di cuenta dejé también para ella

-Puedes terminarte eso, no me apetece más-

Negué y ella arrastró el plato hacia mí

-Acábalo anda, no seas tonta-

Sonreí y terminé los restos de aquel arroz bajo su sonrisa

No sé cuántas cervezas se había bebido pero pensé que aunque estaba bien, ya eran demasiadas. Me empezaron a pesar los párpados y me acurruqué en una esquina del sofá

-¿Tienes sueño?-

Asentí con los ojos medio cosidos

Se levantó y me tendió una mano

OficuoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora