Un ruido me despertó sobresaltada. Algo había caído al suelo en la planta baja.
Miré hacia el otro lado de la cama. Las sábanas estaban de la misma manera que la "noche" anterior. Cristina no había dormido aquí.
Me levanté intentando no hacer ruido y me asomé al cuarto de Guille. La cama perfectamente hecha me indicaba que tampoco había estado allí.
Bajé en un absoluto silencio, las persianas estaban todas levantadas pero no había ruido por ningún lado. Me asomé a la cocina, las mismas cajas de pastillas colocadas de forma distinta. Miré entonces el salón y la encontré.
Seguía vestida y parecía que había caído a plomo en el sofá, por un momento me asusté, y pensé que alguna idea oscura le había pasado por la cabeza.
Me acerqué con lentitud, intentando que mis pisadas no sonasen en el ambiente. Me agaché hasta quedar a su altura y posé una de mis manos en su hombro. Se levantó de un salto y la agarré entre mis brazos-Soy yo, tranquila- susurré
Se dejó caer entonces sobre mí cansada
-¿Has dormido aquí?-
Asintió mientras frotaba sus ojos intentando despertarse del todo
-¿Por qué?- pregunté asustada. Ya me había confirmado que se arrepentía de haberme besado, pero yo necesitaba mi tiempo para creerlo
-Me senté a descansar y me acabé quedando dormida- su voz sonaba rota y a medida que hablaba iba recuperando el tono- me duele todo-
-Normal- dije incorporándome y sentándome a su lado- No tiene pinta de ser un sofá muy cómodo...-
Soltó una leve carcajada
-Hoy he podido confirmarlo-
La miré, recordé como se abalanzó hacia mí la noche anterior. Ahora todo era distinto, ya la había probado, al menos una pequeña parte. Ya se había convertido en algo más tentador.
-Ven, te acompaño a la cama-
Se levantó y se apoyó sobre mí, caminé hacia la salida y en el trayecto pisé el mando de la televisión. Cristina le habría dado una patada durmiendo y ese fue el ruido que escuché.
Subió agarrada a mí y la senté en la cama
-¿Dónde tienes el pijama?-
Negó con la cabeza
-Déjame así, da igual-
-¿Segura?-
Asintió
Abrí las sábanas y gateó por la cama hasta meterse dentro. Se acurrucó y la miré. No quitó la vista, por un instante, sentí que con sus ojos me estaba recordando lo que pasó la noche anterior. Me acerqué hasta ella y no cambió de postura al verme.
Me senté a su lado y la arropé-No tenías de qué disculparte- solté sin más
Abrió sus ojos, supuse que no esperaba volver a tener que hablar de aquello
-Lo siento de nuevo, me avergüenza hasta recordarlo- dijo con la voz de una niña rota
Sonreí con ternura, sonreí casi que con lágrimas en los ojos.
No. Ya no había más esquinas en las que esconderse. Era todo o nada. Era el pulso de dos manos invisibles. El tener que decantarse por algún extremo emocional.Me acerqué a su cara, no movió un solo músculo y abrió sus ojos sobresaltada cuando besé de nuevo sus labios, como algo que tiene cada día un tacto distinto, un sabor distinto. Pero también como alguien que ya ha probado todos los sabores posibles y acaba decantándose por su favorito.
Hice presión con mis labios, ella abrió su boca para recibirme, me introduje con cautela y el tirón que recibí de sus brazos para acercarme a ella, me indicó que era bienvenida de nuevo.
Lo saboreé, como si fuera el último o el primero, como si fuera un sueño. Lo alargué hasta que recordé que estaba cansada.
Me separé con cuidado y la miré, en sus ojos vi las dudas, la culpa y las ganas de hacerme mil preguntas
ESTÁS LEYENDO
Oficuo
RomanceYa nada ansío Nada mi cabeza logra ya levantar nuevo y hermoso cuando quiero vivir pienso en la muerte y cuando quiero ver... cierro los ojos M.M.