Oficuo

54

A ella.

Me gustaría hacerla eterna
pero yo sólo conozco su instante.
A ella,
no sé cuándo fue
tampoco si será,
pero a veces, a ratos, a deshoras,
es
Es ella.
Oscura y contradictoria aquí dentro,
mayestática,
me niego a convertirla en un recuerdo.
Parpadeo, lila, hija, luna, noche...
ella,
o yo,
o tú,
pero hoy es ella.
Sin fondo.
De espaldas tan compleja como una de sus dudas,
miedo me da encontrarla en cada letra,
a veces intento enterrarla porque no es fácil, 
pero,
siempre que cierro los ojos aquí dentro vuelve.
Ella,
impenetrable, reticente.
A veces venían dos, una se iba cada día.
Nunca seré la misma desde que fui ella,
O ella, tal vez, yo fuese.
Como ya he dicho no la conozco.
Ella,
no importa tal vez,
dónde esté
o dónde sus ojos duerman
porque siempre será ella.
Mirada dulce, palabra fría
ella
te repito, me repito
eterna y yo intransigente
atemporal ella
¿Para siempre?
Ella,
soy yo
pero la miro y pienso en ella,
Ella.
Sin métrica,
a ritmo y sin medida,
Siempre me pregunté
¿Aquí qué hacía?
Ella,
complejamente oscura,
dime ella,
¿Es esto una despedida?

Corrí a buscarla o tal vez me dejé encontrar. "Gracias" sonó al unísono.
Gracias de verdad, gracias por llegar, gracias por creerme.
"Vas a olvidarte de mí. Ya me ha pasado más veces"
Su pelo se movió negando, o tal vez era el mío. ¿Cómo voy a olvidarte? ¿Cómo voy a olvidarme a mí?
Sonrió de verdad, sonrió asumiendo que sí, que aquello pasaría, pero admitirlo era dejar que el tiempo nos ganase una batalla. Ambas éramos unas guerreras, el problema era que estábamos en bandos distintos.
"Corre. A clase" sonó por el ambiente. Una orden que se obedeció mucho antes de acabar de ser dada. Y tal vez, esas ansias, esa prisa, esas ganas de separarse, era sólo una excusa para poder llorar la ausencia de la otra.