La miré. Cruzaba sus brazos con una sonrisa tímida
-¿Me ayudas a hacer la maleta?- preguntó sabiendo ya de por sí que mi ayuda no la necesitaba
Habían pasado varios meses desde aquel accidente. Yo no me había quedado a vivir con ella pero las noches que Guille no estaba siempre las había pasado a su lado. Me cuidó y me ayudó hasta que me recuperé del todo. Me insistió en dejar mis cosas allí, con ella, en su casa. Y después de mi negativa constante, fruto de un miedo infinito a ilusionarme demasiado por estar a su lado, desistió y simplemente me llamaba cuando estaba sola, buscando mi compañía.
Me levanté y me senté en la cama mientras ella sacaba de la parte de arriba del armario una maleta oscura y demasiado pesada para bajarla sola. Salté y me acerqué hasta casi pegarme a su cuerpo mientras ella tiraba con fuerza. La maleta acabó en el suelo no sin antes hacer un estruendo digno de película
-Últimamente me noto con menos fuerza- apuntó mientras observaba aquel cadáver casi que sobre sus pies despeñado
-No creo que nadie pueda bajar esto solo- quise quitarle hierro al asunto- ¿De verdad necesitas una tan grande? Puedes coger la mía-
Me miró pensativa y luego volvió sus ojos a aquella maleta. Le dio una leve patada y la empujó hasta dejarla bajo la cama
-¿Me prestas la tuya?- dijo sin más
Sin más asentí y comenzó a sacar casi que todo su armario tanteando qué debía meter y qué no.
Esa noche quiso cenar algo especial. Quiso salir por fin del lugar en el que llevaba recluida varios meses. No sé cómo pero se las averiguo para tener siempre una excusa que darme del por qué no salía de casa. A veces tenía algunos papeles que arreglar, otras estaba con Guille, o simplemente estaba esperando un paquete importante que por casualidad siempre llegaba cuando yo no estaba.
-¿Dónde te gustaría ir?-
Me encogí de hombros mientras sonreía al verla más feliz de lo normal sentada en aquel sofá que llevaba siendo su casa durante demasiado tiempo
-Venga ya, me operan en dos días, dime algo- soltó apoyando su cabeza en las rodillas mientras se encogía en el respaldo
Me levanté de aquella silla mientras dejaba una revista de muebles en el suelo y me senté a su lado
-Te operan a ti, tú decides. Yo solo puedo sugerirte sitios para tomarnos luego una copa-
-No quiero solo una copa- frunció el ceño divertida
-Pues te ofreceré varios sitios para varias copas-
Sonrió complaciente y se derramó sobre el sofá
-¿A las nueve te recojo?- dijo sin más
Por aquel entonces conseguí, con el dinero que me ahorraba de vivir sola, comprarme a plazos un coche de segunda mano. De un azul eléctrico y mucho más fácil de conducir que mi antiguo coche octogenario
-Mejor paso yo por ti-
-Sólo si después te quedas en casa- soltó distraía consciente de lo que estaba diciendo
Me levanté bajo su atenta mirada y le sonreí mientras agarraba el bolso
-Adiós, petarda- soltó sin ni si quiera levantarse a despedirme
Llegué a casa y antes de meterme en la ducha mi móvil comenzó a sonar. Un nudo se me agarró a la garganta cuando vi su nombre
-¿Raquel?-
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Oficuo
RomanceYa nada ansío Nada mi cabeza logra ya levantar nuevo y hermoso cuando quiero vivir pienso en la muerte y cuando quiero ver... cierro los ojos M.M.