El sol me despertó a patadas. Los ojos me pesaban y por un momento me sentí alegre hasta volver a recordarlo todo. Una manta que la noche antes no estaba me cubría por completo. Era gracioso, se seguía preocupando por mí. Y era triste porque yo en el fondo la comprendía, yo hacía lo mismo con Raquel. Y entonces caí en ella y me entraron unas ganas infinitas de llamarla y pedirle perdón. "Raquel, ya sé cómo te sientes, te mereces a alguien mejor, a alguien que sí tenga intenciones escondidas contigo, a alguien que te quiera".Y sí, Raquel y yo éramos la misma persona en ese instante.
Miré a todos lados y no la encontré, las puertas estaban abiertas, de la habitación no salía ruido y unos pajarillos picoteaban la ventana, supongo que queriendo decirme que ella se había ido.
Me levanté y arrastré mis pies hasta la ducha. Sus cosas seguían aquí así que al menos todavía no se estaba planteando huir. Me di una ducha rápida y luego preparé café, café con tostadas.Me senté en el patio de fuera, desayuné sin mirar si quiera la hora. ¿Era hora de desayunar? ¿Era por la tarde? ¿Cuánto había dormido?
En mi segundo cigarro de la mañana escuché como la puerta de la casa se cerraba. Me tensé en la tumbona pero decidí no moverme. Escuchaba sus pasos y el ruido de muchas bolsas. Luego platos, cajones, pasos y más pasos. Y cuando decidí dejar de prestarle atención se asomó a buscarme.
Dudó unos instantes y luego habló-¿Cómo has dormido?-
La miré y volví a romperme. Sí. Definitivamente necesitaba irme de allí
-Bien- dije cortante. No porque estuviese enfadada, sino más bien, avergonzada
Se acercó y se sentó a los pies. Luego me arrancó el cigarro de los dedos y le dio un par de caladas
-He ido al pueblo. A comprar comida. Nos quedan algunos días por delante y no teníamos de nada-
La miré dudosa ¿Acaso nos seguían quedando días por delante? Supe que entendió mis ojos
-Porque aún nos quedamos...¿no?-
Si no le importaba lo que yo sintiese. Si incluso le importaba pero no podía corresponderme ¿Para qué me quería allí más tiempo? ¿No le resultaba igual de incómodo que a mí? No. Claro que no. Ella seguía con su dignidad intacta
Me encogí de hombros y sus ojos se abrieron de la sorpresa
-Évora yo...- comenzó a pellizcar sus dedos y desvió la vista para no mirarme- yo voy a entender si quieres irte. Es más, voy a llevarte yo a casa si eso quieres-
¿Eso quería? ¿Irme a casa? Y tuve que reconocerlo. Me había rechazado incluso antes de yo proponerle nada, mi corazón se había roto y ella no era consciente de cuánto. Y aún así, después de todo y muy a mi pesar. Seguía queriendo estar con Cristina
-No- dije cortante y ella volvió a mirarme- nos quedamos si también te apetece-
Otra sonrisa que sólo me indicaba que se apiadaba de mí. Y tal vez yo era una egoísta que no valoraba que me estaba dando absolutamente todo lo que podía ofrecerme. Tal vez no era su culpa no llegar a sentir más, como no era mi culpa no poder corresponderle a nadie que no fuese ella.
Le sonreí de vuelta y ella se levantó rumbo a la cocina de nuevo, paró en seco al lado de la mesa y miró el plato con los restos de tostadas
-¿Te has hecho tostadas?-
Asentí y ella sonrió. Luego agarró el plato y el vaso con los restos de café que sí tenía pensado beberme y desapareció en la escena. El telón imaginario se quedó atrancado en mitad de la función y me pasé la mañana viendo como su sombra se movía por las paredes y me saludaba por las ventanas.

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Oficuo
RomanceYa nada ansío Nada mi cabeza logra ya levantar nuevo y hermoso cuando quiero vivir pienso en la muerte y cuando quiero ver... cierro los ojos M.M.