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Empujó con su mano la gran puerta y caminamos hacia un pequeño recibidor poco iluminado, pude distinguir a un hombre enchaquetado que nos sacaba dos cabezas y treinta kilos y que se apoyaba con fuerza sobre una máquina de tabaco. Aquel hombre nos miró de arriba abajo y después de habernos juzgado, o así lo sentí yo, le hizo un gesto casi inexpresivo a Cristina indicándole que podíamos entrar.
Vi cómo ambos se miraban desafiándose y noté que ella no apartó sus ojos de él hasta que la puerta se cerró tras nosotras.

La música era antigua y una luz azul era lo único que te permitía caminar sin tropezar con las mesas que se esparcían por el lugar. La barra era ancha y ocupaba toda una pared, detrás de ella un chico jóven y una mujer de unos treinta años ordenaban todas las botellas de la vitrina.

Un grupo de señores reía sentados en una de las mesas de la esquina, un hombre bien entrado en canas le hacía arrumacos a una mujer que compartía su misma edad pero jugaba a esconderse detrás de un maquillaje exagerado. Las puntas de los pies de ambos se rozaban y jugaban a retarse a pequeños toques. No sé por qué pero intuí que eran amantes.

-¿Alguna vez has venido? -

Miré a Cristina y vi cómo observaba el lugar con la misma novedad que yo

-No- respondí sabiendo que no me miraba- ¿Y tú? -

De soslayo noté sus ojos sobre mí y la mano que tenía posada en mi nuca bajó hasta mi espalda, rozó el cierre de mi sujetador y noté cómo escurrió sus dedos hasta mi hombro nerviosa

-¿Qué quieres beber? -

Cambió de tema y supe que no debía preguntar más
La miré y me correspondió

-¿Una copa? - dijo un poco más sonriente

-Ginebra- asentí

-Siéntate -

Apareció con dos copas de balón en la mano y me acercó la que contenía un líquido transparente, se sentó a mi lado y colocó su bolso en la espalda.
Miré su copa, un líquido oscuro que me indicaba que aquello estaraba bastante fuerte

-¿Qué bebes? -

Me miró y alzó una ceja divertida

-¿Quieres probarlo? -

-Pero ¿Qué es? -

Arrastró su copa hasta mí

-Pruébalo -

En el primer sorbo supe lo que era

-Whisky escocés, Porto Ruby, Vermut y un bitter de naranja-

Abrió sus ojos sorprendida y me sentí triunfante

-¿Cómo...? -

-Trabajo en un bar de copas- la corté

-Es verdad... - asintió recriminándose el no acordarse

-Es el cóctel Canciller-

Sonrió dándome la razón

-¿Ves cómo tienes talento para todo? -

Noté que intentaba retomar la conversación del arroyo y quise cortar al instante

-¿Por qué bebes eso? - pregunté curiosa

Se encogió de hombros y le dio un sorbo, cómo si mi pregunta le hubiese provocado una sequedad infinita, bajó de nuevo la copa y me miró mientras limpiaba los restos con su lengua. Un pellizco y aquella oscuridad confundieron su reflejo al instante

OficuoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora