Me levanté sobresaltada y el zumbido de mi cabeza me hacía sentir que perdía el equilibrio. Moví mis piernas entre las sábanas y el tacto de mis medias rozándose me hizo darme cuenta que aún estaba vestida. Miré el reloj, las doce y media de la mañana. Me levanté rumbo al baño para darme una ducha y aceleré mis pisadas por el pasillo al escuchar ruido en la cocina.
Puse el agua hirviendo y hasta que mis ojos no vieron como el humo envolvía el agua no metí mi cuerpo dentro, notaba los calambres del contraste de temperaturas como pinchazos por todas mis extremidades. Paseé los dedos sobre mi piel recordando mi pecado de la noche anterior y me sentí sucia al instante, había profanado su cuerpo en mi mente.
Al salir del baño mis padres me recibieron con una sonrisa complaciente
-Felicidades, estamos orgullosos de ti-
Repetían a coro mientras me abrazaban y besaban
Mi madre me acercó, envuelto en un papel austero, un pequeño paquete que yo ya había visto sobre la mesa y lo abrí bajo sus miradas, que se clavaban en mí con fuerza e ilusión.
En el interior del paquete descansaba una cadena de plata, era cola de ratón, la que más me gustaba, y colgando de este había una pequeña media luna, también del mismo material, sus dos picos apuntaban hacia abajo. Me encantó al instante aquel regalo sintiéndome afortunada de poseerlo, mis padres no solían acertar nunca con mis gustos.
Entre palabras de agradecimiento obligué a mi madre a colocarme aquel accesorio y pasamos el resto de la mañana hablando sobre el trabajo y la universidad, aquel día parecían interesados de verdad por mí.
Comimos con tranquilidad y negué varias veces y entre risas las cervezas que me ofrecía mi padre
-No se cumplen todos los días veinticuatro años- Repetía orgulloso mientras sorbía a grandes tragos, como si bebiese por los dos.
Marta me llamó y propuso que merendásemos juntas esa tarde, acepté al instante ilusionada por verla y por volver a ir al mismo sitio que tanto sentía que me acercaba a Cristina. Pensé en su mensaje y decidí contestarle. Saqué mi móvil y releí sus palabras de la noche anterior
"Gracias, espero que se cumpla.
Un beso
Évora"
Quise imitar sus letras en la medida de lo posible sintiéndome así en igualdad de condiciones aunque en el fondo sabía que jamás estaríamos ni a la misma altura ni en el mismo plano.
Antes de guardar aquel aparato en mi bolsillo un sonido lo trajo de vuelta a mis dedos, miré la pantalla, era Cristina. Un pellizco agarró mi corazón
"Espero que estés pasando un buen día.
¿Te apetece tomar algo el lunes?
Tengo algo que darte.
Cristina"
Aquel pellizco de mi corazón se convirtió en ilusión que desbordaba, quería verme, quería verme y había respondido al instante.
Pasé el resto del fin de semana saboreando la expectativa del encuentro, sintiendo una ansiedad y tristeza a partes iguales, reconociendo que el tenerla más cerca, la alejaba también.
Aquel lunes me puse una falda vaquera y un jersey holgado. Llevaba a modo de fetiche las medias de la noche que me acerqué a mi deseo y para mi sorpresa, no me sentía mal por ello.
ESTÁS LEYENDO
Oficuo
عاطفيةYa nada ansío Nada mi cabeza logra ya levantar nuevo y hermoso cuando quiero vivir pienso en la muerte y cuando quiero ver... cierro los ojos M.M.