Me desperté con los primeros rayos de luz que se tomaban la libertad de entrar por lo poco que les permitía la persiana. Me costó unos segundos ubicarme, o más bien, ubicarla a ella. Noté que me contraía por completo al recordar todo lo que había pasado la noche anterior y el sonido de su leve respiración despertó la parte de mi cara que había sido besada por ella horas antes.
Permanecí unos instantes así, sin apenas moverme, y el peso de su cuerpo hacía que el colchón se hundiese con gracia creando una pequeña pendiente que me arrastraba hacia ella.
Estiré mis piernas con cautela y noté parte del colchón con una textura extraña. Hundí mi pierna entre las sábanas y noté que estaban mojadas. Al principio no reaccioné por la sencilla razón de creer que simplemente era frío, pero mi pierna cada vez más húmeda me indicaba que erraba en la tonta predicción.
Me revolví con cuidado intentando no despertarla y sentía una vergüenza infinita por el simple hecho de pensar que aquel líquido venía de mí.
Cuando estuve fuera del todo salí de puntillas y me escondí en el baño.
Encendí la luz y lo ví. Mi pierna estaba totalmente manchada de un líquido rojo oscuro que chorreaba hasta llegar al tobillo en forma de pequeñas gotas que hacían una carrera.
Noté el pulso acelerarse y tiré del pantalón de mi pijama y de la ropa interior hasta que cayó por completo al suelo. Totalmente limpia y sin ningún signo de sangre.
Fruncí el ceño confusa hasta que le dí la razón a una pequeña parte de mi mente, era ella.
Noté cómo mis pulmones se abrían asustados para dejar pasar más aire. Me revolví mientras recorría el baño de arriba abajo, no sabía si lo mejor era despertarla o dejar que ella sola se diese cuenta y hacer como que yo no lo había visto porque me habría levantado antes del percance.
Volví a dirigir mis ojos a la sangre, allí estaba, marcando mi pierna. Una parte extraña de mí se encogió en forma de pellizco, la sangre de Cristina estaba pegada a mi pierna y aquella sangre sólo podía venir de un sitio en concreto debido a la altura en la que estaba.
No sé cuánto tiempo permanecí arrastrando mis dedos con delicadeza por mi muslo y sumergiéndolos bajo el grifo para limpiarlos de su cuerpo. Hasta lo más ínfimo y muerto de ella merecía el absoluto respeto de mi persona.
Cuando terminé de limpiarlo todo medité por un tiempo que creí cómo media hora si despertarla o no.
Finalmente pensé que lo mejor era avisarle con total naturalidad y evitando el contacto visual para que no se sintiera violenta. Necesitaba que creyera que tenía el absoluto control de la situación porque sabía que sólo así no huiría despavorida de mi lado.Salí del baño en silencio y me asomé a mirarla bajo el umbral de la puerta, seguía en la misma postura que la dejé y la manta medio revuelta me dejaba ver aquel pantalón que le había prestado cubierto totalmente de un líquido oscuro. Por un momento mi corazón se aceleró con fuerza al comprobar la fotografía, era demasiada cantidad de sangre para una menstruación estándar.
Me acerqué sintiendo que temblaba y reconocí que probablemente yo sentiría en todo momento más vergüenza que ella.
Me senté a su lado y ella se contrajo con gracia. Notó el peso de mi cuerpo cuando se giró a mirarme con ojos somñolientos-Buenos días- le susurré sonriendo
Me devolvió una sonrisa nerviosa y buscó mis ojos para comprobar que todo seguía cómo ella lo había dejado la noche anterior. Le regalé la mayor ternura de mis pupilas indicando que así era
-Buenos días- susurró entonces
Se revolvió un par de veces más y noté cómo se paralizada en seco cuando su cuerpo apuntaba hacia arriba
-Cristina...- me atreví entonces- creo que te has puesto con la regla-
Entre la claridad que pasaba por la persiana y lo ténue de la habitación pude ver cómo su cara se contraía con el mayor gesto de terror posible. No se movió y no supe cómo interpretar aquello
-Tranquila, no pasa nada- susurré contenta- puedo darte ropa interior nueva y puedes ducharte-
Tragó saliva en silencio y comenzó a incomodarme la situación, luego volvió a mirarme con fuerza y decidió incorporarse.
Ví cómo pasaba sus palmas por las sábanas y las observaba con firmeza. Luego miró su pantalón y sentí que sus pulsaciones desvocadas se escuchaban en toda la habitación

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Oficuo
RomantikaYa nada ansío Nada mi cabeza logra ya levantar nuevo y hermoso cuando quiero vivir pienso en la muerte y cuando quiero ver... cierro los ojos M.M.