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Salimos de allí riendo, su risa era un fino hilo músical mejor que cualquier cosa que pudiese escuchar nunca.

Cuando nos alejamos del edificio volvió a agarrar mi cuello con su mano, hacía una pequeña presión cuando quería que yo fijase mis ojos en algo y cuando me giraba para mirarla me sonreía con picaresca y yo le devolvía el gesto.

Aquella complicidad que sentía a su lado esa tarde se acentuaba debido al buen humor que Cristina tenía en aquel momento.

Nos metimos por pequeños callejones estrechos donde la luz decrecía debido a la cercanía de los balcones y a las enredaderas de plantas, los días comenzaban a ser más largos pero la caída del sol se acercaba inminentemente y con ello, la pérdida de mi amada.

-¿Qué tienes que buscar? -

Noté la sorpresa en ella cuando una leve presión se adueñó de mi cuello por culpa de sus manos

-Ya lo verás, ansiosa- dijo con diversión

Le hice una mueca fingida de disgusto y volvió a reír

Pasamos por numerosos escaparates y nuestros ojos se perdían entre las cosas

-Me encanta- me susurraba Cristina al oído con un tono aniñado, como si me suplicase que lo hiciese suyo

-Es horrendo- respondía mientras la miraba y esperaba la furia de sus ojos y la risa

Tiraba de mi brazo fingiendo enfado y dos segundos después se acercaba con su cuerpo divertida para susurrarme algo que le parecía gracioso.
Sus comentarios ingeniosos me divertian y no podía evitar soltar alguna carcajada que otra, compartíamos el mismo humor y aquella faceta de Cristina divertida y alegre me hacía sentirme completa.

Nos metimos en un callejón que no tenía salida y cuando topamos frente a la pared que se situaba a unos metros de nosotras, la miré

-¿Te has perdido y no quieres decírmelo? - la miré con picardía

Separó su cuerpo del mío y se apoyó en la pared con un gesto confuso

-Creía que era por aquí- acarició su barbilla con los dedos

La miré sin decir nada esperando retomar el camino pero se quedó estática con sus ojos perdidos en el edificio de enfrente. Me tomé un momento para observarla así, el sol había desaparecido y sólo quedaban pequeños reflejos que se colaban entre las rendijas de los balcones olvidados de aquel lugar. Su silueta se reflejaba en un pequeño charco que se había formado del goteo de una maceta y sentí que todo ese conjunto escondía el mayor misterio de la galaxia, era Cristina, era Cristina y aquella tarde se había mostrado ante mí con menos capas de frialdad.

Vi cómo me miraba divertida y una media sonrisa comenzaba a crecer en sus labios

-¿Qué pasa? - dije nerviosa

Se llevó una mano a la frente y ladeó su cabeza mientras abría los labios levemente

-¡Qué casualidad! - dijo fingiendo una sorpresa mal escondida

-¿Qué casualidad qué? -

Abrió sus ojos con ansiedad y entonces las comisuras de sus labios se levantaron a la vez

-Esta es la casa abandonada a la que me fugué- dijo entre risas

Mis ojos se abrieron asombrados y pude notar en su rostro que se sentía victoriosa de haber conseguido algún plan secreto

Le sonreí sin saber qué decir y me sentí una gacela cayendo en su trampa

Se apoyó en la pared y sacó su paquete de tabaco, se encendió un cigarro sin quitar sus ojos de la fachada y sólo apartó la vista para lanzarme el paquete e indicarme que cogiese uno. Lo encendí y me acerqué a ella, no quitó sus ojos en ningún momento y descolgué con cuidado un asa del bolso que colgaba de su hombro, metí el paquete de tabaco dentro de éste y llevé a su lugar el asa. No se inmutó ante mi acercamiento y cuando me apoyé en la pared junto a ella pasó su brazo sobre mis hombros y me apretó con fuerza. No quise moverme y deseé que aquello se alargase hasta el último suspiro de mi cuerpo.
Giraba mi rostro y la veía en la misma postura, sus ojos estaban vidriosos pero en su boca una sonrisa de nostalgia me indicaba que todo lo que escondía aquel edificio era bueno. Me enterneció verla así y quise saber qué podía hacer yo por ella para borrar esas lágrimas que se negaban a salir a causa de un orgullo infinito.
Le di mi última calada a aquel cigarro y lo tiré al
suelo.
Me separé de su contacto y al fin me miró, volvía de vuelta de algún lugar y sus ojos soñolientos parecían preguntarme cuánto tiempo había pasado

OficuoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora