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No se mencionó nada más acerca de aquella conversación y el tiempo transcurrió más rápido de lo normal. Cuando me quise dar cuenta ya la llevaba de camino a casa y ella solo permanecía en silencio observando los paisajes por la ventana.

-¿Te quedas a comer?-

Antes de poder responderle mi móvil sonó. Ambas miramos la pantalla y luego supe que los ojos de Cristina estaban sobre mí

-Cógelo. A lo mejor es importante-

Tanteé unos instantes si hacerlo o no, pero sabía que si no lo hacía ella pensaría que estaba en lo cierto según sus sospechas

-¿Si?-

Escuché su risa al otro lado

-¿Así le contestas a todo el mundo?-

Intenté cortar mi sonrisa para que Cristina no me viese

-A casi todo el mundo- respondí cortante debido a la situación

-¿Sigue en pie el venirte a casa esta noche?-

No sabía qué responder, Cristina había creado el silencio perfecto para que su voz saliese del teléfono y así ella poder escuchar la conversación también. Parecía que el mundo exterior se había puesto en un "mute" profundo y que solo se escuchaba mi voz y la de Raquel al otro lado

-Así es- dije sin más

-¿Te espero entonces a las diez en mi casa? ¿Sabes llegar o te mando la dirección?-

-Mándala-

-Pues en cuanto te cuelgue la paso ¿Todo bien?-

-Sí, sí- hice una pausa- todo bien-

-Genial. Hasta luego entonces-

-Hasta luego-

Colgué

Tiré el móvil con desprecio en el bolso y volví a poner mis dos manos en el volante. No escuchaba si quiera la respiración de Cristina y cuando me giré a mirarla simplemente seguía clavada en la ventana

-Cristina-

Hizo un pequeño ruido para indicarme que me escuchaba pero en ningún momento me miró

-Sí puedo quedarme a comer-

Apretó sus dedos con fuerza y permaneció en silencio

-Se me olvidaba que tengo que ir por Guille ahora. Lo dejamos mejor para otro día ¿vale?-

Sabía que era totalmente mentira y ella sabía que no me lo creía pero ponerle en duda aquellas palabras era recriminarle que estaba enfadada por algo que no debía molestarle, así que decidí asentir y seguir el trayecto hasta su casa en silencio.
Una parte de mí, muy en el fondo y muy escondida, se alegraba de aquella situación. A Cristina le molestaba que yo estuviese con alguien, ¿me quería entonces para ella sola?

Empezaba a hacer un calor insoportable en el coche, el aire que salía y que yo puse al máximo de frío, no hacía absolutamente nada. Me limitaba a conducir sabiendo que el calor me caía ya por la frente cuando sentí unas gotas caer en mi pantalón. Miré mis piernas, sangre, sabía perfectamente lo que me pasaba. Siempre que tenía más calor de lo normal pasaba.
Bajé el ritmo del coche e intenté estirar mi brazo hacia los asientos de atrás buscando un pañuelo en el bolso. Cristina se sobresaltó ante tanto movimiento y me miró

-¡Évora, estás sangrando!- Dijo asustada

Asentí intentando mantener la tranquilidad

-No es nada, lo de todos los años en verano-

OficuoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora