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Entré a trabajar con diez minutos de antelación y el gesto de sorpresa de Kadu me hizo pensar que jamás había llegado a tiempo a ningún lugar, y tal vez, a ninguna persona

-¿Qué te ha pasado? - me preguntaba entre risas

Me encogí de hombros y me metí detrás de la barra. Mientras me acercaba a la cocina iba ordenando los vasos de las vitrinas sin quitarme el bolso

-Espera a cambiarte- me reprochaba mi jefe mientras me observaba con un gesto divertido

Entré a la cocina y me descalcé camino del baño

-Pero qué prisa tienes si llegas diez minutos antes-

Lo miré y le sonreí cerrando la puerta

Me cambié con prisas y guardé dentro de mi delantal el móvil, no solía hacer eso pero aquella noche cualquier rato libre me serviría para mirarlo.
Salí y cené algunos filetes que Kadu me había traído de su casa

-Están muy ricos. Tienes muy buena mano en la cocina- dije mientras masticaba

Me sonreía apoyado en el marco de la puerta y cuando se percató de mi dificultad para masticar, me acercó un vaso de agua y hasta que no le dí un trago no se apartó de mi lado.

Aquella noche estuvo tranquilo el ambiente, algunos matrimonios entraban y después de un par de copas desaparecían de allí casi con sigilo. Yo jugaba a imaginarme que eran amantes que peregrinaban los bares sabiendo que eran de los pocos lugares en los que el mundo no los miraba. Y comparaba a mi Cristina con cada mujer que entraba por la puerta y parecía compartir su edad. Me la imaginaba a ella entrando y cada una de sus manos estaba vacía de las manos de su compañero, viniendo a recibirme y a sacarme del agujero que era la noche y en el que yo me había introducido por mi propia voluntad.

Pasadas las cuatro de la mañana, los pies comenzaron a dolerme. En la barra sólo quedaba un hombre que las pocas palabras que gesticulaba eran para pedirme otra copa y un amigo de Kadu que charlaba con él de negocios y subía el tono cuándo se indignaba o estaba en desacuerdo.
Terminaba de sacar los últimos vasos del lavavajillas cuando el móvil vibró en mi bolsillo. Metí la mano y lo apreté con fuerza con la esperanza de que fuese ella enviándome el mensaje que yo no tuve valor de mandar en toda la noche.
Asumí que era poco probable que permaneciese despierta y la imagen de su cuerpo casi inerte sobre el sofá volvió a nublarme la vista

-Évora, vete ya- escuché la voz de Kadu colarse entre el ruído que yo hacía levantando las sillas

Cogí mis cosas y me despedí de él.
Cuándo aparqué frente a mi casa decidí fumarme un cigarro antes de salir.
La calle estaba desierta y un silencio que pocas veces escuchaba me perforaba los tímpanos. Dos gatos paseaban juntos a lo lejos y los envidié porque al menos ellos en la noche no estaban solos.

Recordé que mi móvil había sonado mientras trabajaba y estiré el brazo hasta el asiento del copiloto donde descansaba mi bolso. Saqué el aparato de su interior y un calambre agarró mi espalda

"¿Sigue en pie lo de mañana? Necesito saber si tengo que llevar el coche o no"

Era ella la que me había escrito a aquellas horas y pensé en qué podía sucederle para estar despierta tan tarde o si en realidad debía sucederle algo o era simplemente la ausencia de un recuerdo nocturno de Cristina que me indicase cuánto y cómo dormía, el con quién ya lo sabía

"Sí. Yo te llevo"

respondí cortante intentando ser políticamente correcta.
Le sonreí a la pantalla. ¿Desde cuándo podía permitirme ser con ella así?

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