[03]

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Diez días antes una alarma en su cabeza se activó cuando Dallas abrió la puerta, tan misterioso que ni siquiera su físico podía ocultarlo. Le pareció hermoso hasta rozar lo ridículo y peligroso a partes iguales. Tan frio como los ojos que se clavaron en ella con seguridad y tan caliente como la lengua que asomaba para relamerse los labios. No podía negar que le atraía como no lo había hecho nunca nadie antes, y con la misma intensidad que le había gustado también le había causado rechazo. Era una contradicción hecha hombre y como descubriría unas cuantas horas más tarde un demonio en el cuerpo de un ángel.

Dallas dejó que se instalara a primera hora de la mañana, la chica cargó con su maleta y sus ilusiones y puso rumbo a su nueva casa. Le gustaba pensar que solo sería algo temporal pero por más que intentaba auto-convencerse de que encontraría la manera de volver junto a los suyos no tenía ni idea de como hacerlo. No podía desprenderse de la presión en el pecho y le faltaba el aire incluso cuando dormía, no podía pensar en otra cosa que no fueran ellos. Necesitaba esto, un golpe de suerte que la animara a continuar después de un palo tan grande, que la vida le recordara que aún hay algo por lo que luchar y que no todo esta en su contra. Encontraría la manera, se lo repetía como un mantra.

Había cogido aire y picado a la puerta, impresionándose de nuevo ante la lujosa y moderna casa de dos plantas. Dos días antes había ido a ver dos estudios, se sorprendió cuando le pidieron el doble de dinero, referencias, nóminas y tenía que compartir habitación y microondas, a Dallas todo eso parecía darle igual y aunque normalmente hubiera sospechado y estaba claro que algo fallaba no perdía nada por intentarlo, bueno si, unos preciosos pero inútiles zapatos. Volvió a picar dos veces más.

— ¿¡Quieres morir!? ¡Que le vas a despertar pedazo de burra! Ni cagar a gusto puede una.

— Perdona...— había dicho desconcertada— Soy Zoe, encantada.

— Yo soy Suni— le ofreció la mano, después esbozó una sonrisa de duende. — Tranquila, me limpio el culo con la izquierda, ¿Eres de Avon?

— ¿Qué si soy de Avon?

— Ya sabes, esas estiradas con la maleta llena de maquillajes que te intentan vender pero que no los compra ni su puta madre.

— No. Creo que soy tu nueva compañera de piso... porque tú vives aquí..., ¿no?

— Aquí vivo, si. Vaya choza, ¿eh? En fin, ahora que lo recuerdo me dijo que vendrías. Perdona por lo de Avon, es que das el pego, tan pija tú...

Zoe había fruncido el ceño molesta por el comentario pero quiso quitarle importancia encogiéndose de hombros, no quería empezar con mal pie. Entró y cerró la puerta a sus espaldas.

— No pasa nada.

— Si, si que pasa. ¿Has mirado con esos ojos a Dallas?

Zoe había abierto la boca y vuelto a cerrar. La abrió de nuevo sin estar segura de qué contestar.

— Son los únicos que tengo.

—¡¡Pues te los arrancaré!! — Suni lanzó el brazo hacia delante y se echó a reír ante el pánico de Zoe cuando se cubrió la cara con las manos.— ¡hay no puedo, tu cara fue como...! — la imitó arrugando la nariz y se siguió riendo un poco más. Zoe no se unió a sus risas— ¿Has visto ya la casa?

No le había caído bien, para qué engañarse. Caminó detrás de Suni viendo todo lo que le enseñaba y su humor cambió un poco, era impresionante el buen gusto con el que estaba decorada y no le pasó desapercibido el despliegue del color plateado, era como si ese chico y esa casa se hubiesen fusionado. Suni bajó el volumen según subían las escaleras hasta que a Zoe le costó escucharla.

MUÑECOS ROTOS [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora