[09]

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La luz del amanecer entraba sin fuerza por los agujeros de las persianas, Zoe echaba de menos el clima de Florida, como el sol calentaba tu piel y le subía el ánimo. Echaba de menos estar en la playa y que de un momento a otro callera una tormenta y que igual que había venido se fuera. Su estado de ánimo se dejaba influenciar por el cielo gris de Londres y la lluvia constante, le parecía una ciudad bonita pero triste y oscura en comparación. Se talló los ojos y volvió a cobijarse bajo el edredón, al menos ahora ya no le quedaban lágrimas que derramar.
No pudo evitar pensar en Dallas y su comportamiento, en por qué su mano ensangrentada había evitado que se quitara la última prenda que quedaba sobre su piel. No entendía cuando decía que no era el momento porque alguien les escuchaba y ella esperaba que no se refiriera a Suni y que hubiera una historia detrás. Estaba loca por importarle siquiera lo que pasara entre ellos dos pero no lo podía evitar. Sentía una atracción muy fuerte por Dallas, no importaba lo mal que la tratara o las cosas extrañas que hiciera o le rodearan, su cuerpo respondía a él. Pensar en el chico le hacía dejar de pensar en todo lo que le preocupaba, era como una cura para el corazón.

Se durmió evocando sus ojos, su voz, su sonrisa... y cuando había conseguido mecerse en un profundo sueño un peso sobre su cuerpo y una mano en su cuello la despertó.

— Hueles a Dallas.

— ¡Suni! ¿Qué estas haciendo?

Zoe se revolvió hasta quitarse a la rubia de encima y la miró frotándose el cuello. Le había dado un susto de muerte. Suni se quedó tumbada boca arriba a su lado y se rió.

— Hueles a Dallas— repitió esta vez seria.

— Toda la casa huele a Dallas.

La chica chasqueó la lengua varias veces seguidas y negó con el dedo.

— Tú hueles a Dallas.

A Zoe no le gustó su tono ni la expresión desquiciada de su cara, se levantó y se cruzó de brazos armándose de valor.

— Márchate.

— Los lobos solitarios rara vez aúllan o marcan con su aroma. Lo vi en un documental— dijo intentando tirar de su camiseta, Zoe se apartó.

— ¡¿De qué estas hablando?!

La chica se levantó y caminó hacia la puerta colocándose la melena rubia.

— ¿Crees que podrás venir a buscarme esta noche?  Pienso pillarme un ciego bestial.

No esperó a que la morena contestara y salió por la puerta dejando un intenso olor a vodka.

                                         🗝

Zoe venía de regreso del supermercado, se había pasado todo el camino mirando a las personas con las que se cruzaba y pensaba para ella: ¿Podría acostarme con él? ¿Si me ofreciera dinero ahora mismo, lo haría? Su respuesta era que no, pero cuando se planteaba las mismas preguntas y visualizaba otro ambiente como El Etéreo se sentía capaz de cualquier cosa. Ese lugar le parecía un punto y aparte, algo que no estaba dentro de este mundo. Era como si hicieras algo malo mientras duermes, no pasa nada... porque es un sueño. O al menos es como lo quiso ver ella para infundirse valor. Solo esperaba que Dallas no se arrepintiera de hacerle la oferta, no tenía ni idea de como iba a conseguir tal cantidad de dinero de otra forma y la chica dragón solo con su baile había llegado a sumar siete mil quinientas libras.
Entró en casa y dejó las bolsas en el suelo, tiritó y se frotó los brazos. Aun no era capaz de acostumbrarse al cambio de temperatura tan radical y cuando anochecía en Londres daba igual que fuera verano que invierno; ella tenía frio.

— Tienes que comprar ropa si quieres trabajar conmigo, algún cliente podría verte—Dallas estaba reclinado en la barra americana con una copa en la mano y el cabello mojado, a la chica se le removió algo dentro al verle. Se alegró de que su propuesta siguiera en pie. —Iré yo mismo.

MUÑECOS ROTOS [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora