MUÑECOS ROTOS [+18]

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Zoe miraba alucinada a los chicos, había algo que se le escapaba. No actuaban como unos simples amigos, Jungkook se inclinaba hacia él y le tocaba íntimamente la cara como si hubiese muchísimo más detrás de lo que a simple vista se veía. Empezaba a sentir que estorbaba.

— Dime, Dallas... ¿Es posible que el lobo se haya enamorado de mí?— susurró el castaño.

— Nunca— rugió sobre su boca. — Nunca sentiré nada por ti más que el sentimiento de posesión que me retuerce las entrañas cada vez que te veo. Nunca te ofreceré más de lo que te ofrezco en este momento, te daré placer y sufrimiento hasta rozar lo enfermizo pero jamás conseguirás que te ame.

Jungkook se hubiese sentido dolido si no fuese porque sus ojos le transmitían todo lo contrario, podía sentir la calidez que desprendían donde antes tan solo mostraban frialdad. Algo había cambiado en él tras esa noche y por mucho que dijese para hacerle daño la esperanza de Jungkook se alzaba renovada con ganas de luchar por su chico.
Abrió la boca con sorpresa cuando el plateado le aupó y le sentó en el borde de la piscina metiéndose entre sus piernas.

— Eres un mentiroso— dijo el castaño.

— Puede que lo sea.

A ninguno de los dos le molestó la mirada de la chica sobre ellos cuando empezaron a besarse salvajemente, sus manos resbalaban por sus cuerpos empapados y sus lenguas se enredaban y se daban violentos empujones llenos de saliva.

Zoe se sintió estúpida por no haberlo visto venir, tenía las pistas delante de sus ojos todo el tiempo y no había querido verlas. Estaba segura que su historia se remontaba a mucho tiempo atrás y no era un calentón del momento, por eso Dallas había irrumpido en el reservado de aquella manera. Estaba molesto con Jungkook por lo que hiciesen, él era quien le importaba realmente.

Habían jugado con ella, los dos. Pero no se sentía traicionada, ella no era nadie para juzgar sin saber lo que había ocurrido realmente aunque no podía evitar sentir una punzada de celos. Se sentó en el borde de la piscina mirándoles, en el pasado se hubiese ido muerta de vergüenza pero ya no sentía la necesidad de salir huyendo. Su sexo se humedeció viendo como Dallas liberaba el miembro del castaño y empezaba a masturbarlo sin separar sus bocas.
La imagen que tenía delante era demasiado caliente y erótica, juntos eran con diferencia lo más morboso que había visto jamás.

— ¿Quieres hacerlo delante de ella?— preguntó el castaño.

— ¿Quieres tú?— Dallas le miró a los ojos mientras seguía torturándole con el delicioso movimiento de su mano.

— No quiero que te toque.

— No lo hará. Le diremos que se vaya si nos sentimos incómodos en cualquier momento.

Jungkook finalmente asintió con la cabeza. Le ponía caliente que Zoe los mirase mientras lo hacían, sería algo nuevo para él y confiaba en que Dallas cumpliese su palabra.

— Vale pero solo porque estamos juntos en esto, quiero que sepas que nunca volveré a acostarme con ella si tú tampoco lo haces.

— Pides demasiado pequeño.

Dallas se alegró de saber que seguía siendo el único y que estaba dispuesto a cualquier cosa por él, pero él no podía prometerle lo mismo. El sexo estaba en su naturaleza y era todo cuanto conocía, si no fuese ella sería cualquier otra, o si no cualquiera del Etéreo. Dallas ya no tenía obligación de vender su cuerpo y lo hacía por puro placer, tan solo con lo que ganaba con sus chicos podría comer el resto de su vida. Pero necesitaba a Zoe, él la había escogido por una razón. Necesitaba a alguien que ocupara el vacío de Jungkook cuando se diese cuenta de que estaba desperdiciando su vida con él, porque tarde o temprano y por mucho que hiciese para impedirlo su chico se iría. Y desgraciadamente él acabaría siendo incapaz de retenerle a su lado sabiendo que lo único que conseguiría sería matarle lentamente. Jungkook y Jimin hablaban de casarse e incluso adoptar niños, ese era el futuro que Jungkook se merecía y a Dallas le daba alergia solo de pensarlo.