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—¿Ya no estas enojado?— preguntó Dallas dejando salir el humo lentamente de sus labios.

Aun seguían en el suelo y su pequeño se aferraba a él con un brazo en su cintura y la cabeza reposada en el hueco de su cuello dejando pequeños besitos de vez en cuando. El plateado le arropaba con su brazo y deslizaba su pulgar por su espalda desnuda con lentitud.
Jungkook esbozó una sonrisa.

— Un poco.

Dallas dejó salir el aire por la nariz riéndose. Sabía que su enfado se había evaporado en cuanto le metió la lengua en la boca, menudo mentiroso estaba hecho.

— ¿En qué piensas?

— Solo en lo agusto que estoy.

— ¿Estás comodo, aquí en el suelo?

— Mucho, pero solo porque estoy contigo.

Dallas sonrió un poco y maniobró con su cuerpo para que estuviese más comodo aún reforzando su agarre y agarrando su pierna para que también le rodeara con ella. Apoyó su cabeza plateada en la castaña y gimió bajito de puro placer. Jungkook abrió mucho los ojos sintiendo el bulto endurecerse bajo su pierna.

— ¡Dallas! ¿es que nunca tienes suficiente? ¡Lo hemos hecho como ocho veces en veinticuatro horas!

— No si se trata de tí. Además es tu culpa, aún estás desnudo y yo no soy de piedra muñeco.

— A ti lo que te pasa es que te has quedado con ganas de que te la meta en tu precioso culito.

Dallas abrió sus ojos rasgados.

— ¿Eso crees?

— Lo se. Cuando lleguemos a casa te voy a follar toda la mañana y te voy a penetrar con la lengua tu estrecha entrada, me muero de ganas.

— ¿Con esa boca comes?— preguntó el plateado divertido.

Le encantaba su boca sucia.

— Sip.

Dallas le empujó suavemente para ser él quien se acurrucara contra su cuello y deslizó la punta de la lengua por su piel mientras le agarraba el miembro empezando a endurecerlo con su mano.

— Mmmm...— ronroneó.

— No, no, no ¡Dallas para!— dijo deteniéndole.

— No puedes decirme esas cosas y después pretender que me quede quieto.

— ¡Pero me quiero tomar un vino!

— Que le den al vino— el lobo volvió a atacar intentando masturbarlo de nuevo pero Jungkook no le dejaba.

Sonrió cuando el lobo resopló exasperado.

— Y tú tienes que trabajar, seguro que hay cientos de clientes esperando para acostarse con tus chicos.

— En eso tienes razón. Pero sigue siendo tu culpa Jeon Jungkook, deja de provocarme.

— Qué cara más dura tienes— dijo el castaño negando divertido con la cabeza.

— Te tomas tu repulsivo vino, me ocupo de los chicos y nos vamos para casa.

Jungkook enseñó sus bonitos dientes en una sonrisa, le encantaba que estuviese tan ansioso por volver a unir sus cuerpos y también se alegraba de lo bien que se había tomado su mudanza, si lo hubiese sabido lo hubiese hecho mucho antes. Se moría por volver a acostarse entre sus sábanas y aspirar su olor durante horas con sus brazos en torno a su cintura, o tal vez fuese él quien le abrazase esta vez y se lo comiese a besos hasta que volviese a caer la noche.

MUÑECOS ROTOS [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora