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COREA DEL SUR.

Kim Taehyung se dejó caer en el suelo de la habitación de hotel hundiendo la cabeza entre sus piernas y permitió que las lágrimas brotaran de sus ojos desahogándose.
No entendía como nadie le había puesto al corriente de la situación, ¿es que solo por haberse ido había perdido el derecho de saber que era padre? ¿Por qué no le habían dado siquiera la opción de hacerse cargo de ese niño? Estaba aterrorizado es cierto, pero lo que le preocupaba realmente era el estado de ese pequeño ¿Qué le dirían cuando fuera mayor?, ¿Qué su padre abandonó a su madre cuando estaba embarazada? ¡Él ni siquiera lo sabía y de haberlo sabido hubiese vuelto!

Porque habría vuelto, ¿verdad...?

Tantas emociones le sobrepasaban y lo peor de todo es que en el fondo entendía por qué su opinión no contaba para su familia, a fin de cuentas, ¿qué podrían esperar de él? Había actuado con inmadurez, había desaparecido de la noche a la mañana. Y ellos no sabían ni una cuarta parte... no sabían que se había vuelto loco de amor por un hombre ni que se había metido en el mismísimo infierno por él. Seguro que sus inocentes almas no eran capaces de sospechar las aberraciones a las que se sometió por voluntad propia. Y ni siquiera podía decirse que lo hubiese hecho por necesidad, porque no sería la verdad. Todo lo que hizo lo hizo por Yoongi, por estar a su lado, esa era la única razón de sus acciones. Había sido un inmaduro y un completo egoísta.

Kim Taehyung, el estudiante modelo y novio e hijo perfecto, en realidad no era más que una vergonzosa decepción. Indigno de merecerse a su hijo ni de saber de su existencia. Fin de la historia.

Buscó en la lista de contactos a la única persona que conseguiría hacerle sentir mejor tan solo con escuchar su voz y delineó las letras de su nombre con el dedo sintiendo como las lágrimas bañaban sus mejillas con más fuerza. Ellos tenían razón, él no se merecía a ese niño, porque aun sabiendo que él le había dado la vida lo único en lo que podía pensar era en el moreno de ojos dorados que se la había robado.

Deslizó el dedo hacia el icono de la papelera y jadeó de dolor cuando eliminó el contacto.

Por su hijo.

LONDRES.

Yoongi no abrió los ojos hasta que las últimas notas musicales se perdieron en el aire y cogió uno de los cigarros que tenía posados sobre el piano. Se lo colocó en la comisura del labio sin importarle estar herido y le echó una última hojeada a la hoja antes de arrugarla y tirarla al suelo.Suspiró dejando salir el humo y cerró la tapa para evitar verse en el reflejo.

Sus letras apestaban. Su existencia apestaba. Realmente ya no encontraba ningún aliciente por el que continuar viviendo.
Sacó el móvil y buscó su contacto solo por el placer de ver su nombre.

"Yoonhori"

¿Habría pensando en él aunque solo fuese un segundo?

Negó con la cabeza mientras una lágrima solitaria descendía por su mejilla.
Deslizó el dedo hasta el icono de la papelera y lo eliminó de la lista.

No olvides que eres un monstruo.

COREA DEL SUR.

Taehyung se apoyó en la verja mirando al pequeño tumbado boca abajo en el césped. Hacía ruidos adorables mientras palmeaba con torpeza a un cachorro. Se encontró devolviéndole la sonrisa cuando sus ojos se encontaron. Una sonrisa que era idéntica a la suya.

— Hey... pequeño...

Jisoo se alertó al escuchar su voz, volvió a sentir todas las emociones que le provocaba y se odió por ello. Por amarle tanto aun incluso después de todo lo que había pasado. Pero sobre todo porque no hubo un solo día desde que se marchó que no deseara que volviera a su lado. Cuando el día anterior Taehyung había vuelto a huir al enterarse de que era padre pensó que no volvería a verle y ahora viendo como miraba a su hijo, incluso como le hablaba... dolía, dolía demasiado.

MUÑECOS ROTOS [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora