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COREA DEL SUR. Un mes después.

Los rasgados ojos de Taehyung estaban fijos en el cabecero de la cama, su mandíbula apretada, y su cuerpo embistiendo por cuenta propia a la mujer que en su día habia significado todo para él. Hoy en cambio no conseguía sentir nada, el deseo se había muerto y aunque quería pensar que aun no era tarde para encender la chispa entre ellos inevitablemente tenía el presentimiento de que jamás volvería a disfrutar del sexo si no lo hacía entre las excitantes paredes del Etéreo, si no lo hacía con la seguridad de que Yoongi es su único dueño.  Que follaba con otras personas porque él se lo permitía y después podría susurrarle al oído cuantas veces se había corrido pensando en él.

No... Jisoo no le miraría como si fuese un mito, el famoso gato del club más exclusivo de Londres, no haría excitante su encuentro ni podría ponerse su disfraz ante ella. Jisoo era una bofetada de realidad justo donde más le dolía, su recuerdo constante de lo mal que lo había hecho en la vida y a su vez, de lo mucho que aún le gustaría volver a repetir el mismo error una y otra vez.

Cerró los ojos fuertemente cuando sintió las paredes de la vagina apretar su miembro con el orgasmo que se había apoderado de la chica. Las nauseas se hicieron con el control de su cuerpo como cada vez, los remordimientos eran demasiado fuertes. Sin duda él ya no era el mismo, no si en lo único que podía pensar es en que debería pagarle por sus servicios. Le molestaba su sonrisa satisfecha, le molestaba que le acariciase la cara mientras dejaba salir un suave suspiro de enamorada. ¿Con qué derecho? ¿Con qué maldito derecho le miraba como si le perteneciese cada vez que lo hacían?

Él era Yoonhori, aprendiz de Yoongi, cada gota de su semen costaba una fortuna. Cada parte de su cuerpo y mente le pertenecía a su mentor. Su único y verdadero amor, al cual llevaba un mes pensándole cada día, extrañándole tanto y tan fuerte como el primero. Odiándose por no poder evitar maldecirse por haberse ido, deseando estar entre sus brazos aunque el amor de Yoongi le destrozase el alma, aunque supiera que nunca sería suyo. Aunque jamás lograse superar lo que quiera que Dallas causó en él.

Arrastrado, humillado, con su dignidad hecha añicos, pero a su lado. Un roto para un descosido, un gato abandonado y que vuelve a su hogar sin haberse lamido las heridas.

¿Dónde quedó la esperanza de una vida mejor? ¿Encontrarse consigo mismo de nuevo y ser el que había sido antes de cruzarse en su camino? Olvidarle y arrancarle de su memoria, borrar el rastro de sus besos en su piel, sus mirada felina que lo significaba todo para él.

—Tú has... ¿has terminado?- preguntó su novia mirando a Tae recostado sobre la almohada y mirando un punto fijo en la pared.

Él se agarró el miembro y lo bombeó un par de veces descargándose en su estómago con una expresión neutral en su cara, cogió una camiseta del suelo y se limpió tirándola en una esquina de la habitación.

—Odio que hagas eso.

—¿Hacer qué Jisoo?—preguntó molesto.

—Correrte cuando te recuerdo que debes hacerlo. Nunca se si disfrutas mientras lo hacemos o te corres por obligación.

—¿Sabes lo que él haría si me corriese por obligación o le desafiara? Me azotaría y me follaría hasta que llorara de placer, haría que cada una de mis gotas llevasen su nombre.

—¿¡Por qué siempre me atacas hablándome de él!?

—Tú fuiste la primera que empezó a hablar de él sin mi consentimiento. Les contaste a mis padres que me fui con un hombre. No quieren saber nada de mí Jisoo. Te ataco porque me sale de los huevos, ¿es suficiente claro para ti?

MUÑECOS ROTOS [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora